Página 312 - Obreros Evang

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El trabajo en las ciudades
En relación con la proclamación del mensaje en las grandes
ciudades, hay muchas clases de trabajo que deben ser hechas por
obreros de diversos dones. Algunos han de trabajar de una manera,
otros de otra. El Señor desea que las ciudades sean amonestadas por
los esfuerzos unidos de obreros de diferentes capacidades. A fin de
no ser extraviados, todos han de mirar a Jesús para ser dirigidos, y no
depender del hombre para obtener sabiduría. Como colaboradores de
Dios deben tratar de estar en armonía unos con otros. Deben celebrar
frecuentes consejos, y prestarse ferviente y cordial cooperación.
Sin embargo, todos han de buscar sabiduría en Jesús, sin depender
únicamente de los hombres para ser dirigidos.
El Señor ha dado a algunos predicadores la capacidad para con-
gregar y cautivar grandes auditorios. Esto requiere que se ejerza
tacto y habilidad. En las ciudades modernas, donde hay tanto para
atraer y agradar, no se puede interesar a la gente mediante esfuerzos
comunes. Los ministros designados por Dios encontrarán necesario
hacer esfuerzos extraordinarios para atraer la atención de las multitu-
des. Y cuando logren congregar gran número de gente, deberán dar
mensajes de un carácter tan diferente de lo común que la gente quede
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despertada y advertida. Deben emplear todos los medios que puedan
idear para hacer que la verdad se destaque clara y distintamente. El
mensaje de prueba para este tiempo ha de ser proclamado tan clara
y decididamente que alarme a los oyentes, y los induzca a desear
estudiar las Escrituras.
Los que hacen la obra del Señor en las ciudades deben hacer
esfuerzos serenos, constantes y consagrados para la educación de
la gente. Al paso que han de trabajar fervorosamente para interesar
a los oyentes, y conservar este interés, deben cuidarse mucho de
cuanto raye en lo sensacional. En esta época de extravagancias y
ostentación externa, cuando los hombres creen necesario hacer un
gran despliegue de apariencia para obtener éxito, los mensajeros
elegidos por Dios deben demostrar la falacia de gastar innecesaria-
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