Página 352 - Obreros Evang

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Nuestra actitud frente a la política
A los maestros y directores de nuestras escuelas:
Los que están encargados de nuestras instituciones y escuelas
deben guardarse con diligencia para que sus palabras y sentimientos
no conduzcan a los alumnos por sendas falsas. Los que enseñan la
Biblia en nuestras iglesias y escuelas no tienen libertad de unirse
para hacer públicos sus prejuicios en pro o en contra de hombres
o medidas políticas, porque al hacerlo excitan la mente de otros,
induciendo a cada uno a defender su teoría favorita. Hay entre los
que profesan creer la verdad presente, algunos que se verán así
incitados a expresar sus sentimientos y preferencias políticas, de
manera que se produzca división en el seno de la iglesia.
El Señor quiere que su pueblo entierre las cuestiones políticas.
Acerca de estos temas, el silencio es elocuencia. Dios pide a sus
seguidores que se unan en los puros principios del Evangelio que
están claramente revelados en la Palabra de Dios. No podemos votar
sin peligro por los partidos políticos; porque no sabemos para quié-
nes votamos. No podemos, sin riesgo, tomar parte en plan político
alguno. No podemos trabajar para agradar a hombres que emplearán
su influencia para reprimir la libertad religiosa, y pondrán por obra
medidas opresivas para inducir u obligar a sus semejantes a guardar
el domingo como día de reposo. El primer día de la semana no es
un día que se haya de reverenciar. Es un falso día de reposo, y los
miembros de la familia del Señor no pueden estar de parte de los
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hombres que exaltan ese día y violan la ley de Dios hollando su
sábado. Los hijos de Dios no deben votar en favor de tales hombres;
porque al hacerlo se hacen participantes con ellos de los pecados
que cometen en el ejercicio de sus funciones.
No debemos comprometer los principios cediendo a las opinio-
nes y prejuicios que hayamos albergado antes de unirnos con el
pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Nos hemos alistado
en el ejército del Señor, y no debemos pelear en el bando del enemi-
go, sino al lado de Cristo, donde podemos formar un conjunto unido
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