Página 379 - Obreros Evang

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Los ministros y los asuntos comerciales
He recibido instrucciones acerca de lo importante que es que
nuestros ministros se mantengan libres de las responsabilidades que
deben ser llevadas mayormente por hombres de negocios. De no-
che, me vi en una asamblea integrada por unos cuantos de nuestros
hermanos que llevan la carga de la obra. Estaban muy perplejos
acerca de asuntos pecuniarios y estaban consultando acerca de cómo
se podía llevar la obra a cabo con éxito. Algunos pensaban que se
podría limitar el número de obreros, y obtener, sin embargo, todos
los resultados esenciales. Uno de los hermanos que ocupaba una
posición de responsabilidad estaba explicando sus planes, y expre-
sando lo que deseaba ver hecho. Varios otros presentaron asuntos
para que se considerasen. Entonces se levantó Uno que tenía dig-
nidad y autoridad y empezó a declarar los principios que debieran
dirigirnos. Dijo a varios predicadores:
“Vuestra obra no consiste en la dirección de asuntos financieros.
No es prudente que lo emprendáis. Dios tiene cargas para vosotros,
pero si seguís ramos de obra a los cuales no os habéis adaptado,
vuestros esfuerzos para presentar la Palabra resultarán infructuosos.
Esto os ocasionará un desaliento que os descalificará para la misma
obra que debierais hacer,—una obra que requiere cuidadoso y sano
discernimiento y juicio abnegado.”
Los que están dedicados a escribir y hablar la Palabra deben
asistir a menos reuniones de junta. Deben confiar muchos asuntos
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de menor importancia a hombres de capacidad comercial, y deben
evitar de hallarse constantemente en una tensión que despoja su
mente de su vigor natural. Deben dedicar mucho más atención a la
conservación de la salud física; porque el vigor de la mente depende
mayormente del vigor del cuerpo. Los debidos períodos de sueño y
descanso, y una abundancia de ejercicio físico son esenciales para la
salud del cuerpo y de la mente. El privar a la naturaleza de sus horas
de descanso y recuperación, dejando a un hombre hacer el trabajo
de cuatro, o de tres, o aun de dos, resultará en pérdida irreparable.
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