Página 422 - Obreros Evang

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En contacto con los demás
Toda asociación en la vida pide que se ejerza dominio propio,
tolerancia y simpatía. Somos tan diferentes en disposición, hábitos y
educación, que varían nuestros modos de considerar las cosas. Juz-
gamos diferentemente. Nuestra comprensión de la verdad, nuestras
ideas en cuanto a la conducta de la vida, no son iguales en todo
respecto. No hay dos personas que tengan la misma experiencia en
todo detalle. Las pruebas de uno no son las pruebas de otro. Los
deberes que uno encuentra ligeros, son para otro muy difíciles y
penosos.
Tan frágil, tan ignorante, tan susceptible a equivocarse es la
naturaleza humana, que cada uno debe tener cuidado en cuanto a su
estimación de los demás. Poco sabemos de la influencia que tendrán
nuestros actos sobre la experiencia de otros. Lo que hacemos o
decimos puede parecernos de poca monta, cuando, si nuestros ojos
pudiesen abrirse, veríamos que de ello dependen los resultados más
importantes para bien o para mal.
La consideración hacia los que llevan cargas
Muchos son los que han llevado tan pocas cargas, cuyos corazo-
nes han conocido tan poca angustia verdadera, que han sentido poca
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perplejidad y pesar por otros, que no pueden comprender la obra
del que lleva verdaderas cargas. No son más capaces de apreciar
éstas que lo que puede el niño comprender las congojas y trabajos
de su abrumado padre. El niño puede admirarse de los temores y
perplejidades de su padre. Le parecen inútiles. Pero cuando se hayan
añadido años de experiencia a su vida, cuando él mismo llega a llevar
su carga, mirará hacia atrás, hacia la vida de su padre, y comprenderá
lo que le era una vez incomprensible. La amarga experiencia le habrá
dado saber.
La vida de más de una persona que lleva cargas no es compren-
dida, sus labores no son apreciadas, hasta que la muerte la lleva.
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