Las publicaciones en la culminación de la obra
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mortales, las advertencias más solemnes y terribles que Dios haya
enviado alguna vez a los hombres. Y nuestras casas publicadoras se
cuentan entre los agentes más eficaces para realizar esta obra...
Mensajes sobrecogedores
—Las páginas impresas que salen de
nuestras casas editoras deben preparar a un pueblo que vaya al
encuentro de nuestro Dios. En el mundo entero, estas instituciones
deben realizar la misma obra que hizo Juan el Bautista en favor de
la nación judía. Mediante solemnes mensajes de amonestación, el
profeta de Dios arrancaba a los hombres de sus sueños mundanos.
Por su medio, Dios llamó al arrepentimiento al apóstata Israel. Por
la presentación de la verdad desenmascaraba los errores populares.
En contraste con las falsas teorías de su tiempo, la verdad resaltaba
en sus enseñanzas con certidumbre eterna. “Arrepentíos, que el reino
de los cielos se ha acercado”.
Mateo 3:2
. Tal era el mensaje de Juan.
El mismo mensaje debe ser anunciado al mundo hoy por las páginas
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impresas que salen de nuestras casas editoras.
La profecía cumplida por la misión del Bautista delinea la tarea
que nos incumbe: “Aparejad el camino del Señor, enderezad sus
veredas”.
Vers 3
. Así como Juan preparó el camino para la primera
venida del Salvador, debemos nosotros preparar el camino para su
segunda venida.
Exalten el sábado
—Nuestras imprentas deben rehabilitar las
pisoteadas exigencias de la Ley de Dios. Frente al mundo, como
instrumentos de reforma, deben mostrar que la Ley de Dios es el
fundamento de toda reforma duradera. Deben hacer comprender
clara y distintamente la necesidad de obedecer todos sus manda-
mientos. Constreñidas por el amor de Cristo, deben trabajar con
él para reedificar las ruinas antiguas y restaurar los cimientos de
muchas generaciones. Deben reparar los portillos, restaurar las sen-
das. Por su testimonio, el sábado del cuarto mandamiento debe ser
presentado como un testimonio, como constante recuerdo de Dios,
que llame la atención y suscite preguntas que dirijan la mente de los
hombres hacia su Creador.
Exalten el mensaje de los tres ángeles
—Nunca se olviden que
estas instituciones deben cooperar con el ministerio de los enviados
celestiales. Se cuentan entre los medios de propaganda representa-
dos por el ángel que volaba “por en medio del cielo, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda