Página 71 - El otro Poder (1996)

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Consejos para los redactores
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presentaban documentos escritos apoyando concesiones. Hermanos,
¿permitiremos que el mundo dé forma al mensaje que Dios nos ha
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entregado para llevarle? Lo mismo sería si el paciente prescribiera
los remedios que debería usar en su curación.
¿Traicionaremos el depósito sagrado por razones de convenien-
cia? Si el mundo está en el error y el engaño al quebrantar la Ley
de Dios, ¿no es nuestro deber mostrarles su pecado y su peligro?
Debemos proclamar el mensaje del tercer ángel.
¿Qué es
Sentinel
sino la voz de los atalayas sobre los muros de
Sión para hacer sonar la alarma? No debemos retraernos ni pedir
perdón al mundo por decirle la verdad: deberíamos menospreciar
el ocultamiento. Despleguemos nuestra bandera para enfrentar a
hombres y ángeles. Que todos comprendan que los adventistas del
séptimo día no pueden hacer concesiones. En sus opiniones y en
su fe no debería existir ni la más mínima apariencia de vacilación.
El mundo tiene derecho a saber qué puede esperar de nosotros, y
nos considerará deshonestos y pensará que escondemos nuestros
verdaderos sentimientos y principios por conveniencia, si damos la
apariencia de no estar comprometidos hasta que la voz popular haya
señalado el camino seguro. El Consolador—el Espíritu Santo que
Cristo dijo que enviaría al mundo—había de presentar un testimonio
sin vacilaciones.—
Manuscrito 16, 1890
.
Realcen los rasgos distintivos
—La religión de Jesús está en
peligro. Se la está mezclando con mundanalidad. La conveniencia
mundana está ocupando el lugar de la verdadera piedad y la sabi-
duría que viene de arriba, y Dios retirará su mano prosperadora de
la asociación. ¿Se retirará el arca del pacto de entre su pueblo? ¿Se
introducirán ocultamente los ídolos? ¿Se dará entrada a falsos prin-
cipios y falsos preceptos en el santuario? ¿Se respetará al anticristo?
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¿Se ignorarán los principios y doctrinas verdaderos que nos fueron
dados por Dios y que nos hicieron lo que somos? ¿Se transformará el
instrumento de Dios—la casa editora—en una institución meramen-
te política y mundana? Hacia eso nos está conduciendo directamente
el enemigo mediante hombres cegados y no consagrados.
Estas cosas han llegado tan lejos como podían sin que nadie
protestara contra ellas con palabras claras. Ha llegado el momento
cuando el Señor pondrá las cosas en orden. Hay hombres en car-
gos de responsabilidad que no han tenido experiencia en conducir