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El ejemplo de Jesús en la oración
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en comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el Hijo
de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles
mortales, manchados por el pecado, no debemos sentir la necesidad
de orar con fervor y constancia!—
El Camino a Cristo, 93, 94
.
Cristo luchaba en oración ferviente; ofrecía sus súplicas al Padre
con fuerte llanto y lágrimas en beneficio de aquellos por cuya salva-
ción él había dejado el cielo, y había venido a esta tierra. Entonces,
cuán apropiado, es más, cuán esencial es que los hombres deben
orar y no desmayar.—
The Review and Herald, 4-1-1890
.
Jesús oraba por fortaleza para soportar las pruebas
—Muy
pocos siguen su ejemplo en ferviente y frecuente oración a Dios
pidiendo fuerzas para soportar las pruebas de esta vida y cumplir
sus deberes diarios. Cristo es el Capitán de nuestra salvación, y por
sus propios sufrimientos y sacrificio ha dado ejemplo a todos sus
seguidores de que la vigilancia y la oración y el esfuerzo perseverante
son necesarios de parte de ellos, para representar correctamente el
amor que moraba en su pecho por la raza humana caída.—
Exaltad a
Jesús, 236
.
La fortaleza de Jesús provenía de la oración
—La fortaleza de
Cristo provenía de la oración. Había tomado sobre sí la humanidad,
llevó nuestras enfermedades y se hizo pecado por nosotros. Cristo
se retiraba a los huertos o a las montañas, alejándose del mundo y
de todo lo demás. Estaba a solas con su Padre. Con fervor intenso
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derramaba sus súplicas, y ponía todo el poder de su alma en afe-
rrarse de la mano del Infinito. Cuando enfrentaba pruebas nuevas y
mayores, se alejaba, buscando la soledad de las montañas, y pasaba
la noche entera en oración con su Padre celestial.
Puesto que Cristo es nuestro ejemplo en todas las cosas, sí imi-
tamos su ejemplo de oración ferviente e insistente al Dios que da
poder, en el nombre de quien nunca se rindió ante las tentaciones
de Satanás, para poder resistir las asechanzas del enemigo astuto,
nunca seremos vencidos por él.—
The Youth’s Instructor, 4-1-1873
.
En una vida completamente dedicada al beneficio ajeno, el Sal-
vador hallaba necesario retirarse de los caminos muy transitados y
de las muchedumbres que lo seguían día tras día. Debía apartarse
de una vida de incesante actividad y contacto con las necesidades
humanas, para buscar retraimiento y comunión directa con su Pa-
dre. Como uno de nosotros, participante de nuestras necesidades