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Nuestra necesidad de la oración
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de Dios que tienen especial referencia a estos últimos días, indicando
los peligros que amenazarán al pueblo de Dios.—
En los Lugares
Celestiales, 97
.
La oración es la vida del alma
—La oración es una necesidad
porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en
público, tienen su lugar, pero es la comunión secreta con Dios la que
sostiene la vida del alma.—
La Educación, 252
.
La oración es necesaria para la salud espiritual
—Varias ve-
ces por día debieran consagrarse momentos preciosos, áureos, a la
oración y al estudio de las Escrituras, aunque sólo fuese para me-
morizar un texto, a fin de que la vida espiritual pueda existir en el
alma. Los intereses variados de la causa se constituyen en alimen-
to para la reflexión y son una inspiración para nuestras oraciones.
La comunión con Dios es sumamente esencial para la salud espi-
ritual, y es en esa comunión solamente que podremos obtener la
sabiduría y el juicio recto tan necesarios en la realización de cada
deber.—
Testimonies for the Church 4:459
.
El ejemplo de Cristo demuestra la necesidad de la oración
Si los que hacen oír las solemnes notas de amonestación para este
tiempo pudiesen comprender cuán responsables son ante Dios, ve-
rían la necesidad que tienen de la oración ferviente. Cuando las
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ciudades eran acalladas en el sueño de la medianoche, cuando cada
hombre había ido a su casa, Cristo, nuestro ejemplo, se dirigía al
monte de las Olivas, y allí, en medio de los árboles que le ocultaban,
pasaba toda la noche en oración. El que no tenía mancha de pecado,
el que era alfolí de bendición, Aquel cuya voz oían a la cuarta vela
de la noche, cual bendición celestial, los aterrorizados discípulos, en
medio de un mar tormentoso, y cuya palabra levantaba a los muer-
tos de sus sepulcros, era el que hacía súplicas con fuerte clamor y
lágrimas. No oraba por sí, sino por aquellos a quienes había venido
a salvar. Al convertirse en suplicante, y buscar de la mano de su
Padre nueva provisión de fuerza, salía refrigerado y vigorizado como
sustituto del hombre, identificándose con la humanidad doliente y
dándole un ejemplo de la necesidad de la oración.
Su naturaleza era sin mancha de pecado. Como Hijo del Hombre,
oró al Padre, mostrando que la naturaleza humana requiere todo el
apoyo divino que el hombre puede obtener a fin de quedar fortalecido
para su deber y preparado para la prueba. Como Príncipe de la vida,