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Capítulo 25—Los ángeles y la oración
Los ángeles registran cada oración sincera
—Deberíamos
aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus prome-
sas. Los ángeles toman nota de cada oración ferviente y sincera.
Sería mejor sacrificar nuestros propios gustos antes que descuidar
la comunión con Dios. La mayor pobreza y la más absoluta abne-
gación, con la aprobación divina, valen más que las riquezas, los
honores, las comodidades y amistades sin ella. Debemos darnos
tiempo para orar.—
El Conflicto de los Siglos, 680
.
Escriban los ángeles la historia de las santas contiendas y conflic-
tos del pueblo de Dios y registren sus oraciones y lágrimas; pero no
sea Dios deshonrado por la declaración hecha por labios humanos:
No tengo pecado; soy santo. Nunca pronunciarán los labios santi-
ficados tan presuntuosas palabras.—
Los hechos de los Apóstoles,
448, 449
.
Los ángeles escuchan nuestras oraciones
—Si los hombres tu-
viesen la visión del cielo, verían compañías de ángeles poderosos
en fuerza estacionados en torno de los que han guardado la palabra
de la paciencia de Cristo. Con ternura y simpatía, los ángeles han
presenciado la angustia de ellos y han escuchado sus oraciones.—
El
Conflicto de los Siglos, 688, 689
.
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Los ángeles llevan nuestras oraciones al cielo
—Una familia
bien disciplinada que ame y obedezca a Dios tendrá una disposición
gozosa y feliz. Cuando el padre regrese de su trabajo diario no
llevará sus perplejidades al hogar. Comprenderá que el hogar y el
círculo de la familia son demasiado sagrados para malograrlos con
preocupaciones infelices. Cuando salió de su hogar no dejó atrás
a su Salvador y su religión. Ambos fueron sus compañeros. La
dulce influencia de su hogar, la bendición de su esposa y el amor de
sus hijos, alivianan sus cargas de modo que regresa con paz en el
corazón y con palabras de gozo y de ánimo para la esposa y los hijos,
quienes lo esperan para darle gozosamente la bienvenida. Cuando
se arrodilla con su familia en el altar de la oración, para ofrecer su
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