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Nuestra necesidad de la oración
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remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano de la
fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los
recursos infinitos de la Omnipotencia?—
El Camino a Cristo, 93, 94
.
No olvidemos la oración
—Vigilad, hermanos, la primera dis-
minución de vuestra luz, la primera negligencia de la oración, el
primer síntoma del sueño spiritual.—
Testimonios Selectos 3:121
.
Es preciso que veléis para que el ajetreo de la vida no ocasione
el descuido de la oración cuando más necesitáis la fuerza que ella os
proveería. La santidad está en peligro de ser forzada fuera del alma
por el afán excesivo de los negocios. Es un gran mal negarle al alma
la fuerza y la sabiduría celestiales que esperan ser reclamadas por
vosotros. Necesitáis esa iluminación que sólo Dios es capaz de dar.
Nadie está capacitado para atender sus negocios a menos que tenga
esta sabiduría.—
Testimonios para la Iglesia 5:529
.
Satanás engaña a quienes no oran
—Todos los que no escudri-
ñan fervientemente las Escrituras, ni someten todo deseo y propósito
de la vida a esa prueba infalible, todos los que no buscan a Dios en
oración para obtener el conocimiento de su voluntad, se extravia-
rán seguramente de la buena senda, y caerán bajo la seducción de
Satanás.—
Testimonios para la Iglesia 5:179
.
Las tentaciones hacen necesaria la oración
—La fortaleza ad-
quirida al orar a Dios, unida al esfuerzo individual y a la preparacíón
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de la mente para que sea considerada y cuidadosa, prepara a la per-
sona para los deberes diarios y conserva el espíritu en paz bajo toda
circunstancia, por penosa que sea. Las tentaciones a que estamos
expuestos diariamente hacen de la oración una necesidad. A fin de
que podamos ser guardados por el poder de Dios, por medio de la
fe, los deseos de la mente debieran ascender en forma constante en
oración silenciosa suplicando ayuda, luz, fortaleza y conocimiento.
Pero la meditación y la oración no pueden desplazar el ferviente
y fiel aprovechamiento del tiempo. Se necesita a la vez trabajo y
oración para perfeccionar el carácter cristiano.
Debemos vivir una vida doble: una vida de pensamiento y ac-
ción, de oración silenciosa y ferviente trabajo... Dios requiere de
nosotros que seamos cartas vivientes, conocidas y leídas por todos
los hombres. El alma que se vuelve a Dios en procura de fortaleza,
apoyo, poder, mediante diaria y ferviente oración, tendrá nobles as-
piraciones, percepciones claras de la verdad y del deber, elevados