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La Oración
en el mundo no es servirnos o agradarnos a nosotros mismos. Hemos
de glorificar a Dios cooperando con él para salvar a los pecadores.
Debemos pedir bendiciones a Dios para poder comunicarlas a los
demás. La capacidad de recibir es preservada únicamente impar-
tiendo. No podemos continuar recibiendo tesoros celestiales sin
comunicarlos a aquellos que nos rodean.
En la parábola, el postulante fue rechazado repetidas veces, pe-
ro no desistió de su propósito. Así nuestras oraciones no siempre
parecen recibir una inmediata respuesta; pero Cristo enseña que no
debemos dejar de orar. La oración no tiene por objeto obrar algún
cambio en Dios, sino ponernos en armonía con Dios. Cuando le
pedimos algo, tal vez vea que necesitamos investigar nuestros cora-
zones y arrepentirnos del pecado. Por lo tanto, nos hace pasar por
una prueba, nos hace pasar por la humillación, a fin de que veamos
lo que impide la obra de su Santo Espíritu por medio de nosotros.
El cumplimiento de las promesas de Dios es condicional, y la
oración no ocupará nunca el lugar del deber. “Si me amáis—dice
Cristo—, guardad mis mandamientos”. “El que tiene mis manda-
mientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será
amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.
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Juan 14:15, 21
. Aquellos que presentan sus peticiones ante Dios,
invocando su promesa, mientras no cumplen con las condiciones,
insultan a Jehová. Invocan el nombre de Cristo como su autoridad
para el cumplimiento de la promesa, pero no hacen las cosas que
demostrarían fe en Cristo y amor por él.
Muchos no están cumpliendo las condiciones de aceptación por
el Padre. Necesitamos examinar detenidamente las disposiciones
que se han hecho para aproximarnos a Dios. Si somos desobedientes,
traemos al Señor un pagaré para que él lo haga efectivo cuando no
hemos cumplido las condiciones que lo harían pagadero a nosotros.
Presentamos a Dios sus promesas y le pedimos que las cumpla,
cuando, al hacerlo, él deshonraría su propio nombre.
La promesa es: “Si estuvierais en mí, y mis palabras estuvieran
en vosotros, pedid todo lo que quisierais, y os será hecho”.
Juan
15:7
. Y Juan declara: “Y en esto sabemos que nosotros le hemos
conocido, si guardamos sus mandamientos. El que dice, yo le he
conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no