Página 50 - La Oraci

Basic HTML Version

46
La Oración
fortaleza para vencer las más poderosas tentaciones. Todos pueden
obtener esta fortaleza si la buscan con humildad.—
Conducción del
Niño, 440
.
Dios responde nuestras oraciones cuándo y cómo lo ve me-
jor
—Todo santo que se allega a Dios con un corazón fiel, y eleva sus
sinceras peticiones a él con fe, recibirá contestación a sus oraciones.
Vuestra fe no debe desconfiar de las promesas de Dios, porque no
veáis o sintáis la inmediata respuesta a vuestras oraciones. No temáis
confiar en Dios. Fiad en su segura promesa: “Pedid, y recibiréis”
(
Juan 16:24
) Dios es demasiado sabio para errar, y demasiado bueno
para privar de cualquier cosa buena a sus santos que andan ínte-
[50]
gramente. El hombre está sujeto a errar, y aunque sus peticiones
asciendan de un corazón sincero, no siempre pide las cosas que sean
buenas para sí mismo; o que hayan de glorificar a Dios. Cuando tal
cosa sucede, nuestro sabio y bondadoso Padre oye nuestras oracio-
nes, y nos contesta, a veces inmediatamente; pero nos da las cosas
que son mejores para nosotros y para su propia gloria. Si pudiésemos
apreciar el plan de Dios cuando nos envía sus bendiciones, veríamos
claramente que él sabe lo que es mejor para nosotros, y que nuestras
oraciones obtienen respuesta. Nunca nos da algo perjudicial, sino la
bendición que necesitamos, en lugar de algo que pedimos y que no
sería bueno para nosotros.
Vi que si no advertimos inmediatamente la respuesta a nuestras
oraciones, debemos retener firmemente nuestra fe, y no permitir que
nos embargue la desconfianza, porque ello nos separaría de Dios. Si
nuestra fe vacila, no conseguiremos nada de él. Nuestra confianza
en Dios debe ser firme; y cuando más necesitemos su bendición, ella
caerá sobre nosotros como una lluvia.—
Testimonios para la Iglesia
1:116
.
Dios da sabiduría en respuesta a la oración
—El Señor nos ha
dado la promesa: ‘Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le
será dada’. Es el plan de Dios que los que llevan responsabilidades
se reúnan a menudo para consultarse mutuamente y para orar con
fervor por la sabiduría que sólo él puede impartir. Unidos presentad
vuestros problemas a Dios. Hablad menos; se pierde mucho tiempo
precioso en conversaciones que no producen luz. Únanse los herma-