Capítulo 6—La oración de fe
La oración es el medio ordenado por el cielo para vencer el
pecado
—Muchos son los que, aunque se esfuerzan por obedecer
los mandamientos de Dios, tienen poca paz y alegría. Esa falta en
su experiencia es el resultado de no ejercer fe. Caminan como si
estuvieran en una tierra salitrosa, o en un desierto reseco. Demandan
poco, cuando podrían pedir mucho, por cuanto no tienen límite las
promesas de Dios. Los tales no representan correctamente la san-
tificación que viene mediante la obediencia a la verdad. El Señor
desea que todos sus hijos sean felices, llenos de paz y obedientes.
Mediante el ejercicio de la fe el creyente llega a poseer esas bendi-
ciones. Mediante ella puede ser suplida cada deficiencia del carácter,
cada contaminación purificada, cada falta corregida, cada excelencia
desarrollada.
La oración es el medio ordenado por el cielo para tener éxito
en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano. Las
influencias divinas que vienen en respuesta a la oración de fe, efec-
tuarán en el alma del suplicante todo lo que pide. Podemos pedir
perdón del pecado, el Espíritu Santo, un temperamento semejante
al de Cristo, sabiduría y poder para realizar su obra, o cualquier
otro don que él ha prometido; y la promesa es: “Se os dará”.—
Los
Hechos de los Apóstoles, 450, 451
.
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Dios desea hacer grandes cosas por nosotros
—Nuestra parte
consiste en orar y creer. Velad en oración. Velad, y cooperad con
el Dios que oye la oración. Recordad que “somos colaboradores de
Dios”. Hablad y obrad de acuerdo con vuestras oraciones. Significará
para vosotros una infinita diferencia el que la prueba demuestre que
vuestra fe es genuina, o revele que vuestras oraciones son sólo una
forma.
Cuando se suscitan perplejidades y surgen dificultades, no bus-
quéis ayuda en la humanidad. Confiadlo todo a Dios. La práctica
de hablar de nuestras dificultades a otros únicamente nos debilita,
y no les reporta a los demás ninguna fuerza. Ello hace que la carga
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