Página 93 - La Oraci

Basic HTML Version

Capítulo 11—Oraciones respondidas
Si pedimos, Dios responde
—La sabiduría mundana enseña que
la oración no es de todo punto necesaria. Los hombres de ciencia
declaran que no puede haber respuesta real a las oraciones; que esto
equivaldría a una violación de las leyes naturales, a todo un milagro,
y que los milagros no existen. Dicen que el universo está gobernado
por leyes inmutables y que Dios mismo no hace nada contrario a
esas leyes. De suerte que representan a Dios ligado por sus propias
leyes; como si la operación de las leyes divinas excluyese la libertad
divina. Tal enseñanza se opone al testimonio de las Sagradas Escri-
turas. ¿Acaso Cristo y sus apóstoles no hicieron milagros? El mismo
Salvador compasivo vive en nuestros días, y está tan dispuesto a
escuchar la oración de fe como cuando andaba en forma visible entre
los hombres. Lo natural coopera con lo sobrenatural. Forma parte
del plan de Dios concedernos, en respuesta a la oración hecha con
fe, lo que no nos daría si no se lo pidiésemos así.—
El Conflicto de
los Siglos, 525
.
Cuando tenga el privilegio de encontrarse con sus hermanos en
la iglesia, hábleles de la necesidad de mantener abierto el canal de
comunicación entre Dios y el alma. Dígales que si ellos encuentran
corazón y voz para orar, Dios encontrará las respuestas a sus ora-
ciones. Dígales que no descuiden sus deberes religiosos. Exhorte
[98]
a los hermanos a que oren. Debemos buscar para encontrar, debe-
mos pedir para recibir, debemos llamar para que las puertas se nos
abran.—
The Signs of the Times, 10 de febrero de 1890
.
Jesús no nos llama a seguirle para después abandonarnos. Si
entregamos nuestra vida a su servicio, nunca podremos hallarnos en
una posición para la cual Dios no haya hecho provisión. Cualquiera
que sea nuestra situación, tenemos un Guía para dirigirnos en el
camino, cualesquiera que sean nuestras perplejidades, tenemos un
Consejero seguro; cualquiera que sea nuestro pesar, aflicción, duelo
o soledad, tenemos un Amigo que simpatiza con nosotros. Si, en
nuestra ignorancia, damos pasos en falso, Cristo no nos desampara...
89