Página 144 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
hayan cumplido plenamente, hasta que los sacerdotes asalariados
sean inducidos a adorar a los pies de los santos, y a reconocer que
Dios los amó porque se aferraron a la verdad y guardaron los man-
damientos de Dios, y hasta que todos los injustos sean destruídos de
la tierra.
Los diferentes grupos de quienes profesan ser creyentes adven-
tistas tienen cada uno un poco de la verdad, pero Dios dió todas
estas verdades a sus hijos que están recibiendo preparación para el
día de Dios. También les ha dado verdades que ninguno de aquellos
grupos conoce, ni quiere comprender. Las cosas que están selladas
para ellos, el Señor las abrió ante aquellos que quieran ver y estén
dispuestos a comprender. Si Dios tiene alguna nueva luz que co-
municar, permitirá que sus escogidos y amados la comprendan, sin
necesidad de que su mente sea iluminada oyendo a aquellos que
están en tinieblas y error.
Me fueron mostrados aquellos que creen poseer el último men-
saje de misericordia y la necesidad que tienen de estar separados
de los que están bebiendo diariamente nuevos errores. Vi que ni los
jóvenes ni los ancianos debían asistir a sus reuniones; porque es
malo alentarlos así mientras enseñan el error que es veneno mortal
para el alma, y mientras presentan como doctrinas los mandamientos
de los hombres. La influencia de tales reuniones no es buena. Si
Dios nos ha librado de tales tinieblas y error, debemos destacarnos
firmemente en la libertad con que nos emancipó y regocijarnos en
la verdad. Dios siente desagrado hacia nosotros cuando vamos a
escuchar el error, sin estar obligados a ir; porque a menos que nos
mande a aquellas reuniones donde se inculca el error a la gente
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por el poder de la voluntad, no nos guardará. Los ángeles dejan de
ejercer su cuidado vigilante sobre nosotros; y quedamos expuestos
a los golpes del enemigo, para ser entenebrecidos y debilitados por
él y por el poder de sus malos ángeles, y la luz que nos rodea se
contamina con las tinieblas.
Vi que no tenemos que desperdiciar tiempo escuchando fábulas.
Nuestros pensamientos no deben ser distraídos así, sino ocuparse
con la verdad presente y en la búsqueda de sabiduría, a fin de obte-
ner un conocimiento más cabal de nuestra posición, para que con
mansedumbre podamos dar razón de nuestra esperanza basándonos
en las Escrituras. Mientras que doctrinas falsas y errores peligrosos