Página 204 - Primeros Escritos (1962)

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La ascensión de Cristo
El cielo entero aguardaba la hora triunfal en que Jesús ascendería
a su Padre. Vinieron ángeles a recibir al Rey de gloria y escoltarlo
triunfalmente hasta el cielo. Después de bendecir Jesús a sus discípu-
los, separóse de ellos y ascendió a los cielos seguido de numerosos
cautivos libertados cuando él resucitó. Acompañábale una numerosí-
sima hueste celestial, mientras una innumerable cohorte de ángeles
esperaba su llegada en el cielo. Según iban ascendiendo hacia la
santa ciudad, los ángeles que escoltaban a Jesús exclamaban: “Al-
zad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas,
y entrará el Rey de gloria.” Los ángeles de la ciudad exclamaban
arrobados: “¿Quién es este Rey de gloria?” Los ángeles de la escolta
respondían con voz de triunfo: “Jehová el fuerte y valiente, Jehová
el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos
vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria.” Nuevamente
los ángeles del cielo preguntaban: “¿Quién es este Rey de gloria?”
Y los de la escolta respondían en melodiosos acentos: “Jehová de
los ejércitos, él es el Rey de la gloria.” Y la celeste comitiva entró
en la ciudad de Dios. Entonces toda la hueste celestial rodeó a su
majestuoso Caudillo, e inclinóse ante él con profundísima adora-
ción, arrojando las brillantes coronas a sus pies. Después pulsaron
las áureas arpas, y con dulces y melodiosos acordes hinchieron todo
el cielo de embelesadora música y cánticos en loor del Cordero que
había sido inmolado, y sin embargo vive en majestad y gloria.
Mientras los discípulos miraban tristemente al cielo para captar
la última vislumbre de su Señor que ascendía, dos ángeles vestidos
de blanco se pusieron junto a ellos y les dijeron: “Varones galileos,
¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido to-
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mado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”
Los discípulos, y la madre de Jesús que con ellos había presenciado
la ascensión del Hijo de Dios, pasaron la noche siguiente hablan-
do de las admirables obras de Jesús y de los extraños y gloriosos
acontecimientos ocurridos en tan corto tiempo.
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