Página 24 - Primeros Escritos (1962)

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uno de los mayores pesares de mi vida. Estuve en esa condición
hasta que todos los puntos principales de nuestra fe se aclararon para
nuestra mente, en armonía con la Palabra de Dios. Los hermanos
sabían que cuando yo no estaba en visión no podía comprender esos
asuntos, y aceptaban las revelaciones dadas como luz que provenía
directamente del cielo.”—[
Selected Messages 1:206, 207
].
El fundamento doctrinal de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día se asentaba así sobre un fiel estudio de la Palabra de Dios, y
cuando los hermanos no podían avanzar, Elena G. de White recibía
luz que ayudaba a explicar la dificultad y despejaba el camino para
que el estudio continuase. Además, las visiones confirmaban las
conclusiones correctas. De manera que el don profético actuaba para
corregir los errores y para confirmar la verdad.
Poco después de la quinta de aquellas conferencias acerca del
sábado que se celebraron en 1848, otra reunión fué convocada en la
casa de Otis Nichols en Dorchester (cerca de Boston, Massachusetts).
Los hermanos estudiaron y oraron acerca del deber que tenían de
pregonar la verdad que el Señor había hecho brillar sobre su senda.
Mientras estudiaban, E. G. de White fué arrobada en visión, y en
esta revelación le fué mostrado que los hermanos debían publicar lo
que sabían era la verdad. He aquí cómo relata ella el caso:
“Al salir de la visión, dije a mi esposo: ‘Tengo un mensaje para ti.
Debes comenzar a publicar una revistita y mandarla a la gente. Sea
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pequeña al principio; pero a medida que la gente la lea, te mandará
recursos con que imprimirla, y tendrá éxito desde el principio. Se
me mostró que de este humilde comienzo procedían raudales de luz
que circuían el mundo.’ ”—[
Life Sketches of Ellen G. White, 125
].
Esta era una invitación a obrar. ¿Qué podía hacer Jaime White
en respuesta? Tenía pocos bienes de este mundo, pero la visión era
una directiva divina, y el pastor White se sintió compelido a avanzar
por fe. Así que, con su Biblia de 75 centavos y su concordancia
sin tapas, comenzó a preparar los artículos sobre el sábado y otras
verdades afines que debían imprimirse. Todo esto requirió tiempo,
pero finalmente los originales fueron llevados al impresor de Midd-
letown, Connecticut, que estaba dispuesto a cumplir el pedido del
pastor White y esperar el pago. Los artículos se compusieron, se
leyeron las pruebas y se imprimieron mil ejemplares de la revista.
El pastor White los transportó desde la imprenta hasta la casa de la