Página 301 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La enemistad de Satanás hacia la ley
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permitió a los hebreos ofrecer sacrificios. Así sus pensamientos no
fueron dirigidos al gran Sacrificio por medio de este culto, y su fe se
debilitó.
Cuando llegó la hora de la liberación de Israel, Satanás se pro-
puso resistir los propósitos de Dios. Se empeñó en que aquel gran
pueblo, que contaba más de dos millones de personas, se mantuviera
en la ignorancia y la superstición. Al pueblo a quien Dios había
prometido bendecir y multiplicar, para hacerlo un poder sobre la
tierra, y por cuyo medio iba a revelar el conocimiento de su volun-
tad, al pueblo que iba a ser el depositario de su ley, procuró Satanás
mantenerlo en la oscuridad y la servidumbre, con el fin de borrar de
su memoria el recuerdo de Dios.
Cuando se hicieron los milagros delante del rey, Satanás estuvo
presente para contrarrestar la influencia que podrían ejercer, e impe-
dir que el rey reconociera la soberanía de Dios y que obedeciera su
mandato. Satanás trabajó hasta el límite de su poder para falsificar la
obra de Dios y resistir la voluntad divina. Lo único que obtuvo fue
preparar el camino para mayores manifestaciones del poder y de la
gloria del Señor, y hacer aún más evidente la existencia y soberanía
del Dios verdadero y viviente, tanto ante los israelitas como ante
todo el pueblo egipcio.
Dios libró a Israel mediante extraordinarias manifestaciones de
su poder, y con juicios sobre todos los dioses de Egipto. “Sacó a
su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos. Les dio las tierras
de las naciones y las labores de los pueblos heredaron, para que
guardaran sus estatutos y cumplieran sus leyes”.
Salmos 105:43-45
.
Los rescató de la esclavitud en que se hallaban, para poder llevarlos
a una buena tierra, que en su misericordia había preparado para ellos
como un refugio contra sus enemigos, a una tierra donde pudieran
vivir bajo la sombra de sus alas. Quería atraerlos a sí mismo, para
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rodearlos con sus brazos eternos; y les requirió que en retribución a
toda su bondad y misericordia hacia ellos no tener dioses ajenos ante
él, el Dios viviente, y que ensalzaran su nombre y lo glorificaran en
la tierra.
Durante su esclavitud en Egipto, muchos de los israelitas habían
perdido en alto grado el conocimiento de la ley de Dios, y habían
mezclado los preceptos divinos con costumbres y tradiciones paga-