Página 435 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La repetición de la ley
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planta de tu pie tendrá reposo, pues allí te dará Jehová un corazón
temeroso, languidez de ojos y tristeza de alma. Tendrás la vida como
algo que pende delante de ti, estarás temeroso de noche y de día y
no tendrás seguridad de tu vida. Por la mañana dirás: “¡Quién diera
que fuera la tarde!”, y a la tarde dirás: “¡Quién diera que fuera la
mañana!”, por el miedo que amedrentará tu corazón y por lo que
verán tus ojos”.
Por el Espíritu de la inspiración, Moisés, mirando a través de
lejanas edades, describió las terribles escenas del derrocamiento
final de Israel como nación, y la destrucción de Jerusalén por los
ejércitos de Roma: “Jehová traerá contra ti una nación venida de
lejos, de los confines de la tierra, que volará como águila, una nación
cuya lengua no entiendas”.
El asolamiento completo de la tierra y los horribles sufrimientos
que el pueblo habría de soportar durante el sitio de Jerusalén por los
ejércitos de Tito, muchos siglos más tarde, fueron pintados vívida-
mente: “Comerá el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra, hasta que
perezcas [...]. Pondrá sitio a todas tus ciudades, hasta que caigan
en toda tu tierra [...]. Comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus
hijos y de tus hijas que Jehová, tu Dios, te dio, en medio del sitio
y el apuro con que te angustiará tu enemigo”. “La más amable y
delicada entre vosotros, de tan pura delicadeza y ternura que nunca
intentaría sentar sobre la tierra la planta de su pie, mirará con malos
ojos al marido de su corazón, a su hijo, a su hija, y por carecer de
todo, se ocultará para comer la placenta que sale de entre sus pies y
a los hijos que dé a luz, en medio del asedio y la angustia a que te
reducirá tu enemigo en tus ciudades”.
Moisés cerró su discurso con estas palabras conmovedoras: “A
los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que
os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a
Jehová, tu Dios, atendiendo a su voz y siguiéndolo a él, pues él es
tu vida, así como la prolongación de tus días, a fin de que habites
sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob,
que les había de dar”.
Deuteronomio 30:19, 20
.
Para grabar más profundamente estas verdades en la mente de
todos, el gran caudillo las puso en versos sagrados. Ese canto no
fue solamente histórico, sino también profético. Al paso que narra-