Página 446 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
de Israel; pero no olvidó ni abandonó a su siervo. El Dios del cielo
comprendía los sufrimientos que Moisés había soportado; había
observado todos los actos de su fiel servicio a través de los largos
años de conflicto y prueba. En la cumbre de Pisga, Dios llamó a
Moisés a una herencia infinitamente más gloriosa que la Canaán
terrenal.
[456]
En el monte de la transfiguración, Moisés estuvo presente con
Elías, quien había sido trasladado. Fueron enviados como portadores
de la luz y la gloria del Padre para su Hijo. Y así se cumplió por fin
la oración que elevara Moisés tantos siglos antes. Estaba en el “buen
monte”, dentro de la heredad de su pueblo, testificando en favor de
Aquel en quien se concentraban todas las promesas de Israel. Tal es
la última escena revelada al ojo mortal con referencia a la historia
de aquel hombre tan altamente honrado por el cielo.
Moisés fue un tipo o figura de Cristo. Él mismo había declarado
a Israel: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te
levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”.
Deuteronomio 18:15
. Dios
tuvo a bien disciplinar a Moisés en la escuela de la aflicción y la
pobreza, antes de que estuviera preparado para conducir las huestes
de Israel hacia la Canaán terrenal. El Israel de Dios, que viaja hacia
la Canaán celestial, tiene un Capitán que no necesitó enseñanzas
humanas que lo prepararan para su misión de conductor divino; no
obstante fue perfeccionado por el sufrimiento; “porque en cuanto él
mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que
son tentados”.
Hebreos 2:10, 18
. Nuestro Redentor no manifestó
las imperfecciones ni las debilidades humanas; pero murió a fin de
obtener nuestro derecho a entrar en la tierra prometida.
“Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo,
para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo, como hijo, sobre
su casa. Y esa casa somos nosotros, con tal que retengamos firme
hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
Hebreos
3:5, 6
.
[457]
Este capítulo está basado en
Deuteronomio 31
a
34
.