Página 451 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El cruce del Jordán
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Este milagro ejerció gran influencia, tanto sobre los hebreos
como sobre sus enemigos. Por él Dios daba a Israel una garantía de
su continua presencia y protección, una evidencia de que obraría
en su favor por medio de Josué como lo había hecho por medio de
Moisés. Esta seguridad era necesaria para fortalecer su corazón en el
momento de emprender la conquista de la tierra, tarea estupenda que
había hecho tambalear la fe de sus padres cuarenta años atrás. Antes
que se cruzara el río, el Señor había declarado a Josué: “Desde este
día comenzaré a engrandecerte ante los ojos de todo Israel, para que
entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo”. Y el
resultado cumplió la promesa. “En aquel día Jehová engrandeció a
Josué a los ojos de todo Israel. Y lo temieron como habían temido a
Moisés durante toda su vida”.
Este ejercicio del poder divino en favor de Israel estaba destinado
también a aumentar el temor con que lo consideraban las naciones
circunvecinas y a ayudarle así a obtener un triunfo más fácil y más
completo. Cúando las nuevas de que Dios había detenido las aguas
del Jordán ante los hijos de Israel llegaron a oídos de los reyes de
los amorreos y de los cananeos, sintieron gran temor en su corazón.
Los hebreos ya habían dado muerte a cinco reyes de Madián, al
poderoso Sehón, rey de los amorreos y a Og de Basán, y luego el
cruce del impetuoso y crecido río Jordán había llenado de terror a
todas las naciones vecinas. Tanto a los cananeos como a todo Israel
y al mismo Josué, se les habían dado evidencias inequívocas de que
el Dios viviente, el Rey del cielo y de la tierra, estaba entre su pueblo
y no los dejaría ni los desampararía.
A corta distancia del Jordán, los hebreos levantaron su primer
campamento en Canaán. Allí Josué “circuncidó a los hijos de Israel”,
“y los hijos de Israel acamparon en Gilgal y celebraron la pascua”.
Josué 5:3, 10
. La suspensión del rito de la circuncisión desde la
rebelión ocurrida en Cades había sido para Israel un testimonio
constante de que había sido quebrantado su pacto con Dios, del
cual la circuncisión era símbolo. Y la suspensión de la pascua,
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ceremonia conmemorativa del liberación de la esclavitud egipcia,
había evidenciado el desagrado que causara al Señor el deseo de
Israel de volver a esa servidumbre. Pero habían terminado los años
de repudiación. Dios reconocía nuevamente a Israel como su pueblo,
y se restablecía la señal de su pacto. El rito de la circuncisión se