Página 554 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
a nuestro pueblo”. Se volvieron a sus dioses en busca de protección,
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como lo había hecho la gente de Gat y de Asdod; pero la obra de
exterminio siguió hasta que, por causa de la aflicción “el clamor de
la ciudad subía al cielo”. Temiendo el pueblo conservar el arca en
habitaciones humanas, la colocó en campo raso. Siguió entonces una
plaga de ratones, que infestaron la tierra y destruyeron los productos
agrícolas, tanto en los graneros como en el campo. La destrucción
total, ya fuera por la enfermedad o por el hambre, amenazaba ahora
a toda la nación.
Durante siete meses el arca permaneció en la tierra de los filis-
teos, y en todo este tiempo los israelitas no hicieron esfuerzo alguno
por recobrarla. Pero los filisteos tenían ahora tanta ansia de deshacer-
se de ella, como antes la habían tenido por obtenerla. En vez de ser
una fuente de fortaleza para ellos, era una carga pesada y una gran
maldición. Sin embargo, no sabían qué hacer, pues adondequiera
que la llevaran seguían inmediatamente los juicios de Dios.
El pueblo clamó a los príncipes de la nación, como también a los
sacerdotes y adivinos; y ansiosamente les preguntó: “¿Qué haremos
con el Arca de Jehová? Hacednos saber de qué manera podemos
devolverla a su lugar”. Ellos aconsejaron que la devolvieran con un
costoso sacrificio de expiación. “Entonces -dijeron los sacerdotes-
seréis sanos, y conoceréis por qué no se apartó de vosotros su mano”.
Antiguamente, para reprimir o eliminar una plaga, solían hacer
los paganos una representación en oro, plata u otros materiales, de
aquello que causaba la destrucción, o del objeto o parte del cuerpo
especialmente afectados. Esta representación o imagen se colocaba
en una columna o en algún lugar visible, y se creía que constituía una
protección eficaz contra los males que representaba. Todavía hoy
permanece una costumbre semejante entre ciertos pueblos paganos.
Cuando una persona que sufre de alguna enfermedad va al templo
de su ídolo en busca de curación, lleva consigo una figura de la parte
afectada, y la presenta como ofrenda a su dios.
En consonancia con la superstición reinante, los señores filisteos
aconsejaron al pueblo que hiciera representaciones de las plagas que
les habían estado afligiendo, “Conforme al número de los príncipes
de los filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratones de oro, por-
que una misma plaga os ha afligido a todos vosotros y a vuestros
príncipes”.