Las escuelas de los profetas
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Mediante el establecimiento de las escuelas de los profetas, se
tomaron medidas adicionales para la educación de la juventud. Si
un joven deseaba escudriñar más profundamente las verdades de
la Palabra de Dios, y buscar sabiduría de lo alto, a fin de llegar a
ser maestro en Israel, las puertas de estas escuelas estaban abiertas
para él. Las escuelas de los profetas fueron fundadas por Samuel
para servir de barrera contra la corrupción generalizada, para cuidar
del bienestar moral y espiritual de la juventud, y para fomentar la
prosperidad futura de la nación supliéndole hombres capacitados
para obrar en el temor de Dios como jefes y consejeros.
Con el fin de lograr este objeto, Samuel reunió compañías de
jóvenes piadosos, inteligentes y estudiosos. A estos jóvenes se les
llamaba hijos de los profetas. Mientras tenían comunión con Dios
y estudiaban su Palabra y sus obras, se iba agregando sabiduría del
cielo a sus dones naturales. Los maestros eran hombres que no solo
conocían la verdad divina, sino que habían gozado ellos mismos de
la comunión con Dios, y habían recibido los dones especiales de su
Espíritu. Gozaban del respeto y la confianza del pueblo, tanto por su
saber como por su piedad.
En la época de Samuel había dos de estas escuelas: una en Rama,
donde vivía el profeta, y la otra en Quiriat-jearim, donde estaba el
arca en aquel entonces. Se establecieron otras en tiempos ulteriores.
Los alumnos de estas escuelas se sostenían cultivando la tierra
o dedicándose a algún trabajo manual. En Israel esto no era consi-
derado extraño ni degradante; más bien se consideraba un crimen
permitir que los niños crecieran sin que se les enseñara algún trabajo
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útil. Por orden divina, a todo niño se le enseñaba un oficio, aun en el
caso de tener que ser educado para el servicio sagrado. Muchos de
los maestros religiosos se sostenían por el trabajo de sus manos. Aun
en el tiempo de los apóstoles, Pablo y Aquila no veían menoscabado
su honor porque se ganaban la vida ejerciendo su oficio de tejedores
de tiendas.
Las asignaturas principales de estudio en estas escuelas eran la
ley de Dios, con las instrucciones dadas a Moisés, la historia sagrada,
la música sagrada y la poesía. Los métodos de enseñanza eran
distintos de los que se usan en los seminarios teológicos actuales, en
los que muchos estudiantes se gradúan teniendo menos conocimiento
de Dios y de la verdad religiosa que cuando entraron. En las escuelas