Página 626 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
¿cómo decís a mi alma que escape al monte cual ave?,
porque los malos tienden el arco,
disponen sus saetas sobre la cuerda,
para lanzarlas en oculto a los rectos de corazón.
Si son destruidos los fundamentos,
¿qué puede hacer el justo?
Jehová está en su santo Templo;
Jehová tiene en el cielo su trono;
sus ojos observan, sus párpados
examinan a los hijos de los hombres.
Jehová prueba al justo; pero al malo
y al que ama la violencia
los repudia su alma”.
Salmos 11:1-5
.
Los zifitas a cuya región salvaje David había huído desde Keila,
avisaron a Saúl, en Gabaa, de que sabían donde se ocultaba David, y
que guiarían al rey a su retiro. Pero David, advertido de las intencio-
nes de ellos, cambió de posición, y buscó refugio en las montañas
entre Maón y el Mar Muerto.
Nuevamente se le comunicó a Saúl: “David está en el desierto
de En-gadi. Tomó entonces Saúl tres mil hombres escogidos de todo
Israel y salió en busca de David y de sus hombres por las cumbres de
los peñascos de las cabras monteses”. David solo tenía seiscientos
hombres en su compañía, en tanto que Saúl avanzaba contra él con
un ejército de tres mil.
En una cueva retirada el hijo de Isaí y sus hombres esperaban la
dirección de Dios acerca de lo que habían de hacer. Mientras Saúl
se abría paso montaña arriba, se desvió, y entró solo en la misma
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caverna donde David y su grupo estaban escondidos. Cuando los
hombres de David vieron esto, le instaron a que diera muerte a Saúl.
Ellos interpretaban el hecho de que el rey estaba ahora en su poder,
como una evidencia segura de que Dios mismo había entregado al
enemigo en sus manos, para que lo mataran. David estuvo tentado a
mirar así el asunto; pero la voz de la conciencia le habló y le dijo:
No toques al ungido de Jehová.
Los hombres de David aun no querían dejar a Saúl irse en paz,
y le recordaron a su jefe las palabras de Dios: “Yo entrego a tu
enemigo en tus manos, y harás con él como te parezca. David se