Página 73 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El diluvio
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le había manifestado tocante al diluvio, y Matusalén y sus hijos, que
alcanzaron a oír las prédicas de Noé, lo ayudaron en la construcción
del arca.
Dios dio a Noé las dimensiones exactas del arca, y explícitas
instrucciones acerca de todos los detalles de su construcción. La
sabiduría humana no podría haber ideado una estructura de tan-
ta solidez y durabilidad. Dios fue el diseñador, y Noé el maestro
constructor. Se construyó como el casco de un barco, para que pu-
diera flotar en el agua, pero en ciertos aspectos se parecía más a
una casa. Tenía tres pisos, con solo una puerta en un costado. La
luz entraba por la parte superior, y las distintas secciones estaban
arregladas de tal manera que todas recibían luz. En la construcción
del arca se empleó madera de ciprés, que duraría cientos de años. La
construcción de esta estructura fue un proceso lento y trabajoso. A
pesar de la gran fuerza que poseían los hombres de aquel entonces,
debido al gran tamaño de los árboles y la naturaleza de la madera,
se necesitaba mucho más tiempo que ahora para prepararla. Se hizo
todo lo humanamente posible para que la obra quedara perfecta; sin
embargo, el arca de por sí no hubiera podido soportar la tempestad
que vendría sobre la tierra. Únicamente Dios podía guardar a sus
siervos de las aguas borrascosas.
“Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas
que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se
salvaría; y por esa fe condenó al mundo y fue hecho heredero de
la justicia que viene por la fe”.
Hebreos 11:7
. Mientras Noé daba
al mundo su mensaje de amonestación, sus obras demostraban su
sinceridad. Así se perfeccionó y manifestó su fe. Dio al mundo el
ejemplo de creer exactamente lo que Dios dice. Todo lo que poseía
lo invirtió en el arca. Cuando empezó a construir aquel inmenso
barco en tierra seca, multitudes vinieron de todos los rumbos a ver
aquella extraña escena, y a oír las palabras serias y fervientes de
aquel singular predicador. Cada martillazo dado en la construcción
del arca era un testimonio para la gente.
Al principio, pareció que muchos recibirían la advertencia; sin
embargo, no se volvieron a Dios con verdadero arrepentimiento. No
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quisieron renunciar a sus pecados. Durante el tiempo que precedió
al diluvio, su fe fue probada, pero ellos no resistieron esa prueba.
Vencidos por la incredulidad reinante, se unieron a sus antiguos