Página 154 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
divina, es antes de dar un paso que ha de vincular a dos personas
para toda la vida.
Nunca deben los padres perder de vista su propia responsabilidad
acerca de la futura felicidad de sus hijos. El respeto de Isaac por
el juicio de su padre era resultado de su educación, que le había
enseñado a amar una vida de obediencia. Al mismo tiempo que
Abrahán exigía a sus hijos que respetasen la autoridad paterna, su
vida diaria daba testimonio de que esta autoridad no era un dominio
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egoísta o arbitrario, sino que se basaba en el amor y procuraba su
bienestar y dicha.
Los padres y las madres deben considerar que les incumbe guiar
el afecto de los jóvenes, para que contraigan amistades con personas
que sean compañías adecuadas. Deberían sentir que, mediante su
enseñanza y por su ejemplo, con la ayuda de la divina gracia, deben
formar el carácter de sus hijos desde la más tierna infancia, de tal
manera que sean puros y nobles y se sientan atraídos por lo bueno y
verdadero. Los que se asemejan se atraen mutuamente, y los que son
semejantes se aprecian. ¡Plantad el amor a la verdad, a la pureza y a
la bondad temprano en las almas, y la juventud buscará la compañía
de los que poseen estas características!
Procuren los padres manifestar en su propio carácter y en su
vida doméstica el amor y la benevolencia del Padre celestial. Llenen
el hogar de alegría. Para vuestros hijos esto valdrá más que tierras
y dinero. Cultívese en sus corazones el amor al hogar, para que
puedan mirar hacia atrás, hacia el hogar de su niñez, y ver en él un
lugar de paz y felicidad, superado sólo por el cielo. Los miembros
de una familia no tienen todos idéntico carácter, y habrá muchas
ocasiones para ejercitar la paciencia e indulgencia; pero por el amor
y el dominio propio todos pueden vincularse en la más estrecha
comunión.
El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo
diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que
muere de repente cuando es severamente probado. Mediante la
fidelidad al deber en la casa paterna, los jóvenes deben prepararse
para formar su propio hogar. Practiquen allí la abnegación propia,
la amabilidad, la cortesía y la compasión del cristianismo. El amor
se conservará vivo en el corazón, y los que salgan de tal hogar para
ponerse al frente de su propia familia, sabrán aumentar la felicidad