Página 193 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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José en Egipto
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calamidad. El no podía determinar su significado, pero continua-
ban turbándole. Los magos y los sabios de su reino no pudieron
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interpretarlos. La perplejidad y congoja del rey aumentaban, y el
terror se esparcía por todo su palacio. El alboroto general trajo a la
memoria del copero las circunstancias de su propio sueño; con él
recordó a José, y sintió remordimiento por su olvido e ingratitud.
Informó inmediatamente al rey cómo su propio sueño y el del primer
panadero habían sido interpretados por el prisionero hebreo, y cómo
las predicciones se habían cumplido.
Fué humillante para Faraón tener que dejar a los magos y sabios
de su reino para consultar a un esclavo extranjero; pero estaba listo
para aceptar el servicio del más ínfimo con tal que su mente ator-
mentada pudiese encontrar alivio. En seguida se hizo venir a José.
Este se quitó su indumentaria de preso y se cortó el cabello, pues le
había crecido mucho durante el período de su desgracia y reclusión.
Entonces fué llevado ante el rey.
“Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo
declare; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para declararlos.
Y respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el
que responda paz a Faraón.” La respuesta de José al rey revela su
humildad y su fe en Dios. Modestamente rechazó el honor de poseer
en sí mismo sabiduría superior. “No está en mí.” Sólo Dios puede
explicar estos misterios.
Entonces Faraón procedió a relatarle sus sueños: “En mi sueño
parecíame que estaba a la orilla del río; y que del río subían siete
vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado:
y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy fea
traza; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en toda la
tierra de Egipto en fealdad: y las vacas flacas y feas devoraban a
las siete primeras vacas gruesas: y entraban en sus entrañas, mas
no se conocía que hubiesen entrado en ellas, porque su parecer era
aún malo, como de primero. Y yo desperté. Ví también soñando,
que siete espigas subían en una misma caña llenas y hermosas; y
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que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del Solano,
subían después de ellas: y las espigas menudas devoraban a las siete
espigas hermosas; y helo dicho a los magos, mas no hay quién me
lo declare.”