Página 195 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

José en Egipto
191
Se decidió el nombramiento, y se le hizo este sorprendente anun-
ció a José: “Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay
entendido ni sabio como tú: tú serás sobre mi casa, y por tu dicho se
gobernará todo mi pueblo: solamente en el trono seré yo mayor que
tú.” El rey procedió a investir a José con las insignias de su elevada
posición. “Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y púsolo en
la mano de José, e hízole vestir de ropas de lino finísimo, y puso
un collar de oro en su cuello; e hízolo subir en su segundo carro, y
pregonaron delante de él: Doblad la rodilla.”
“Púsolo por señor de su casa, y por enseñoreador en toda su
posesión; para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, y
a sus ancianos enseñara sabiduría.”
Salmos 105:21, 22
. Desde el
calabozo, José fué exaltado a la posición de gobernante de toda la
tierra de Egipto. Era un puesto honorable; sin embargo, estaba lleno
de dificultades y riesgos. Uno no puede ocupar un puesto elevado
sin exponerse al peligro. Así como la tempestad deja incólume a la
humilde flor del valle mientras desarraiga al majestuoso árbol de la
cumbre de la montaña, así los que han mantenido su integridad en la
vida humilde pueden ser arrastrados al abismo por las tentaciones
que acosan al éxito y al honor mundanos. Pero el carácter de José
soportó la prueba tanto de la adversidad como de la prosperidad.
Manifestó en el palacio de Faraón la misma fidelidad hacia Dios que
había demostrado en su celda de prisionero. Era aún extranjero en
[223]
tierra pagana, separado de su parentela que adoraba a Dios; pero
creía plenamente que la mano divina había guiado sus pasos, y
confiando siempre en Dios, cumplía fielmente los deberes de su
puesto. Mediante José la atención del rey y de los grandes de Egipto
fué dirigida hacia el verdadero Dios; y a pesar de que siguieron
adhiriéndose a la idolatría, aprendieron a respetar los principios
revelados en la vida y el carácter del adorador de Jehová.
¿Cómo pudo José dar tal ejemplo de firmeza de carácter, rectitud
y sabiduría? En sus primeros años había seguido el deber antes que
su inclinación; y la integridad, la confianza sencilla y la disposición
noble del joven fructificaron en las acciones del hombre. Una vida
sencilla y pura había favorecido el desarrollo vigoroso de las faculta-
des tanto físicas como intelectuales. La comunión con Dios mediante
sus obras y la contemplación de las grandes verdades confiadas a
los herederos de la fe habían elevado y ennoblecido su naturaleza