Página 307 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La enemistad de Satanás hacia la ley
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que está haciendo la guerra a Dios y a su ley, los hombres procu-
rarían precaverse contra él; pero Satanás se disfraza y combina la
verdad con el error. Las mentiras más peligrosas son las que están
mezcladas con la verdad. De ahí que se acepten errores que cautivan
y arruinan el alma. Valiéndose de este método, Satanás arrastra al
mundo consigo. Pero se acerca el día en que su triunfo terminará
para siempre.
El proceder de Dios respecto a la rebelión desenmascarará com-
pletamente la obra que durante tanto tiempo se ha hecho en forma
oculta. Los resultados del dominio de Satanás y del rechazamiento
de los estatutos divinos quedarán revelados a la vista de todos los
seres racionales. La ley de Dios está plenamente vindicada. Se verá
que todos los actos de Dios tuvieron por fin el bien eterno de su
pueblo y de todos los mundos creados. Satanás mismo, en presencia
del universo, confesará la justicia del gobierno de Dios y la rectitud
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de su ley.
No está lejos el tiempo en que Dios se levantará para vindicar
su autoridad agraviada. “He aquí que Jehová sale de su lugar, para
visitar la maldad del morador de la tierra contra él.”
Isaías 26:21
.
“¿Quién podrá sufrir el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar
cuando él se mostrará?”
Malaquías 3:2
. A causa de su pecamino-
sidad, se le prohibió al pueblo de Israel acercarse al monte cuando
Dios estaba por descender sobre él para proclamar su ley, para evitar
que fuese consumido por la abrasadora gloria de su presencia. Si
tales manifestaciones de su poder señalaron el sitio escogido para
la proclamación de su ley, ¡cuán pavoroso no será su tribunal cuan-
do venga para aplicar el juicio de estos sagrados estatutos! ¿Cómo
soportarán su gloria en el gran día de la retribución final los que
pisotearon su autoridad?
Los terrores del Sinaí debían darle al pueblo una idea de las esce-
nas del juicio. El sonido de una trompeta llamó a Israel a presentarse
ante Dios. La voz del arcángel y la trompeta de Dios llamarán a
la presencia del Juez desde todos los confines de la tierra tanto a
los vivos como a los muertos. El Padre y el Hijo, asistidos por una
multitud de ángeles, estaban presentes en el monte. En el gran día
del juicio, Cristo vendrá “en la gloria de su Padre con sus ángeles.”
“Entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas
delante de él todas las gentes.”
Mateo 16:27; 25:31, 32
.