Página 341 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La ley y los dos pactos
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profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad,
Dios mío, hame agradado; y tu ley está en medio de mis entrañas.”
Salmos 40:8
. Y cuando vivió entre los hombres, dijo: “No me ha
dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre.”
Juan 8:29
.
El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre
la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice:
“Justificados pues por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
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“¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes
establecemos la ley.” “Porque lo que era imposible a la ley, por
cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque
éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; para que
la justicia de la ley
fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne,
mas conforme al espíritu.”
Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4
.
La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay
distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su
poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes
siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo
a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros
propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos
de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en
los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela
en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han
esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el
Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la
ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual,
es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes
principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la
ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho
por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro
Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón,
y de toda tu alma, y con todo tu poder.” Y “amarás a tu prójimo
como a ti mismo.”
Deuteronomio 6:4, 5
;
Levítico 19:18
. El Maestro
es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son
las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque