Página 35 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La tentación y la caída
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la vista que la contemplaba. Así, en el huerto de paz, el destructor
acechaba su presa.
Los ángeles habían prevenido a Eva que tuviese cuidado de no
separarse de su esposo mientras éste estaba ocupado en su trabajo
cotidiano en el huerto; estando con él correría menos peligro de
caer en tentación que estando sola. Pero distraída en sus agradables
labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo. Al verse
sola, tuvo un presentimiento del peligro, pero desechó sus temores,
diciéndose a sí misma que tenía suficiente sabiduría y poder para
comprender el mal y resistirlo. Desdeñando la advertencia de los
ángeles, muy pronto se encontró extasiada, mirando con curiosidad
y admiración el árbol prohibido. El fruto era bello, y se preguntaba
por qué Dios se lo había vedado. Esta fué la oportunidad de Satanás.
Como discerniendo sus pensamientos, se dirigió a ella diciendo:
“¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
Véase
Génesis 3
.
Eva quedó sorprendida y espantada al oír el eco de sus pensa-
mientos. Pero, con voz melodiosa, la serpiente siguió con sutiles
alabanzas de su hermosura; y sus palabras no fueron desagradables a
Eva. En lugar de huir de aquel lugar, permaneció en él, maravillada
de oír hablar a la serpiente. Si se hubiese dirigido a ella un ser como
los ángeles, hubiera sentido temor; pero no se imaginó que la en-
cantadora serpiente pudiera convertirse en instrumento del enemigo
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caído.
A la capciosa pregunta de Satanás, Eva contestó: “Del fruto de
los árboles del huerto comemos; mas del fruto del árbol que está en
medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque
no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; mas
sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal.”
Le dijo que al comer del fruto de este árbol, alcanzarían una es-
fera de existencia más elevada y entrarían en un campo de sabiduría
más amplio. Añadió que él mismo había comido de ese fruto prohi-
bido y como resultado había adquirido el don de la palabra. Insinuó
que por egoísmo el Señor no quería que comiesen del fruto, pues
entonces se elevarían a la igualdad con él. Manifestó Satanás que
Dios les había prohibido que gustasen del fruto de aquel árbol o que
lo tocasen, debido a las maravillosas propiedades que tenía de dar