Página 569 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Las escuelas de los profetas
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enseñanza. El relacionaba las obras visibles del Creador con las
palabras de vida que pronunciaba, para que cada vez que estos
objetos se presentaran a los ojos de sus oyentes, éstos recordaran las
lecciones de verdad con las cuales las había vinculado.
El sello de la Deidad, manifestado en las páginas de la revelación,
se ve en las altas montañas, los valles fructíferos, y en el ancho y
profundo océano. Las cosas de la naturaleza hablan al hombre del
amor de su Creador. Por señas innumerables en el cielo y en la tierra,
nos ha unido consigo. Este mundo no consiste sólo en tristeza y
miseria. “Dios es amor,” está escrito en cada capullo que se abre,
en los pétalos de toda flor y en cada tallo de hierba. Aunque la
maldición del pecado ha hecho que la tierra produzca espinas y
cardos, hay flores en los cardos, y las espinas son ocultadas por las
rosas. Todas las cosas de la naturaleza atestiguan el cuidado tierno y
paternal de nuestro Dios, y su deseo de hacer felices a sus hijos. Sus
prohibiciones y mandamientos no se destinan solamente a mostrar
su autoridad, sino que en todo lo que hace, procura el bienestar de
sus hijos. No exige que ellos renuncien a nada que les convendría
guardar.
La opinión prevaleciente en algunas clases de la sociedad, de que
la religión no favorece el logro de la salud o de la felicidad en esta
vida, es uno de los errores más perniciosos. La Sagrada Escritura
dice: “El temor de Jehová es para vida; y con él vivirá el hombre,
lleno de reposo; no será visitado de mal.” “¿Quién es el hombre que
desea vida, que codicia días para ver bien? Guarda tu lengua de mal,
y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca
la paz, y síguela.” Las palabras de la sabiduría “son vida a los que
las hallan, y medicina a toda su carne.”
Proverbios 19:23
;
Salmos
34:12-14
;
Proverbios 4:22
.
La verdadera religión pone al hombre en armonía con las leyes de
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Dios, físicas, mentales y morales. Enseña el dominio de sí mismo, la
serenidad y la templanza. La religión ennoblece el intelecto, purifica
el gusto y santifica el juicio. Hace al alma participante de la pureza
del cielo. La fe en el amor de Dios y en su providencia soberana
alivia las cargas de ansiedad y cuidado. Llena de regocijo y de
contento el corazón de los encumbrados y los humildes. La religión
tiende directamente a fomentar la salud, alargar la vida y realzar