Página 59 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

Caín y Abel probados
55
para arrepentirse. Pero Caín vivió sólo para endurecer su corazón,
para alentar la rebelión contra la divina autoridad, y para convertirse
en jefe de un linaje de osados y réprobos pecadores. Este apóstata,
dirigido por Satanás, llegó a ser un tentador para otros; y su ejemplo
e influencia hicieron sentir su fuerza desmoralizadora, hasta que
la tierra llegó a estar tan corrompida y llena de violencia que fué
necesario destruirla.
Al perdonar la vida al primer asesino, Dios dió al universo entero
una lección concerniente al gran conflicto. La sombría historia de
Caín y sus descendientes demostró cuál hubiera sido el resultado si se
hubiera permitido que el pecador viviera para siempre, y continuara
en su rebelión contra Dios. La paciencia de Dios sólo inducía a los
impíos a ser más osados y provocadores en su iniquidad.
Quince siglos después de dictarse la sentencia contra Caín, el
universo vió cómo fructificaban su influencia y su ejemplo en el
crimen y la corrupción que inundaron la tierra. Se puso en claro
que la sentencia de muerte pronunciada contra la raza caída por la
transgresión de la ley de Dios, era a la vez justa y misericordiosa.
Cuanto más tiempo vivían los hombres en el pecado, tanto más
réprobos se tornaban. La sentencia divina que acortaba una carrera
de iniquidad desenfrenada, y que libertaba al mundo de la influencia
de los que se habían endurecido en la rebelión, fué una bendición
más bien que una maldición.
Satanás obra constantemente, con intensa energía y bajo miles
de disfraces, para desfigurar el carácter y el gobierno de Dios. Con
planes abarcantes y bien organizados y con maravilloso poder, tra-
baja por mantener engañados a los habitantes del mundo. Dios, el
Ser infinito y omnisciente, ve el fin desde el principio, y al hacer
[65]
frente al mal trazó planes extensos y de gran alcance. Se propuso no
sólo aplastar la rebelión, sino también demostrar a todo el universo
la naturaleza de ésta. El plan de Dios se iba desarrollando y a la vez
que revelaba su justicia y su misericordia, vindicaba plenamente su
sabiduría y equidad en su trato con el mal.
Los santos habitantes de los otros mundos observaban con pro-
fundo interés los acontecimientos que ocurrían en la tierra. En las
condiciones que prevalecieron en el mundo antediluviano vieron
ilustradas las consecuencias de la administración que Lucifer había
tratado de establecer en el cielo, al rechazar la autoridad de Cris-