Página 399 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

Esdras, sacerdote y escriba
395
Esdras meditó en forma especial en lo experimentado por Israel
desde el tiempo que fué hecha la promesa a Abrahán. Estudió las
instrucciones dadas en el monte Sinaí y durante el largo plazo de
las peregrinaciones por el desierto. A medida que aprendía cada vez
más acerca de cómo Dios había obrado con sus hijos, y comprendía
mejor el carácter sagrado de la ley dada en el Sinaí, Esdras sentía
que se le conmovía el corazón. Experimentó una conversión nueva y
cabal, y resolvió dominar los anales de la historia sagrada, con el fin
de utilizar este conocimiento para beneficiar e ilustrar a su pueblo.
Esdras procuró preparar su corazón para la obra que, según
creía, le aguardaba. Buscaba fervientemente a Dios, a fin de ser
sabio maestro en Israel. Y mientras aprendía a someter su espíritu
y su voluntad al dominio divino, se fueron incorporando a su vida
los principios de la santificación verdadera, que en años ulteriores
ejercieron una influencia modeladora, no sólo en los jóvenes que
procuraban sus instrucciones, sino también en todos los que estaban
asociados con él.
Dios escogió a Esdras para que fuese instrumento del bien para
Israel y para que pudiese honrar al sacerdocio, cuya gloria había
quedado muy eclipsada durante el cautiverio. Esdras se desarrolló en
un hombre de conocimientos extraordinarios, y llegó a ser “escriba
diligente en la ley de Moisés.”
Vers. 6
. Estas cualidades hicieron de
él un hombre eminente en el reino medo-persa.
Llegó a ser Esdras un portavoz de Dios que educaba en los
principios que rigen el cielo a cuantos le rodeaban. Durante los años
restantes de su vida, tanto mientras estaba cerca de la corte del rey de
Medo-Persia como cuando se hallaba en Jerusalén, su obra principal
[448]
consistió en enseñar. A medida que comunicaba a otros las verdades
que aprendía, aumentaba su propia capacidad para el trabajo. Era
hombre piadoso y celoso. Fué delante del mundo un testimonio del
poder que tiene la verdad bíblica para ennoblecer la vida diaria.
Los esfuerzos de Esdras para hacer revivir el interés en el estudio
de las Escrituras adquirieron carácter permanente por la obra esme-
rada a la cual dedicó su vida para preservar y multiplicar los Escritos
Sagrados. Recogió todas las copias de la ley que pudo encontrar, y
las hizo transcribir y distribuir. La Palabra pura, así multiplicada y
puesta en las manos de mucha gente, le comunicó un conocimiento
de valor inestimable.