Página 82 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Capítulo 10—La red y la pesca
Este Capítulo está basado en Mateo 13:47-50.
“El Reino de los cielos es semejante a la red, que echada en la
mar, coge de todas suertes de peces: la cual estando llena, la sacaron
a la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron
fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles y apartarán a los
malos de entre los justos y los echarán en el horno del fuego: allí
será el lloro y el crujir de dientes”.
El echar la red es la predicación del Evangelio. Esto reúne en
la iglesia tanto a buenos como a malos. Cuando se complete la
misión del Evangelio, el juicio realizará la obra de separación. Cristo
vio cómo la existencia de los falsos hermanos en la iglesia haría
que se hablase mal del camino de la verdad. El mundo injuriaría el
Evangelio a causa de las vidas inconsecuentes de los falsos cristianos.
Esto haría que hasta los mismos creyentes tropezaran al ver que
muchos que llevaban el nombre de Cristo no eran dirigidos por su
Espíritu. A causa de que estos pecadores habían de estar en la iglesia,
los hombres estarían en peligro de pensar que Dios disculpaba sus
pecados. Por lo tanto, Cristo levanta el velo del futuro, y permite que
todos contemplen que es el carácter, y no la posición, lo que decide
el destino del hombre.
Tanto la parábola de la cizaña como la de la red enseñan clara-
mente que no hay un tiempo en el cual todos los malos se volverán a
Dios. El trigo y la cizaña crecen juntos hasta la cosecha. Los buenos
y los malos peces son llevados juntamente a la orilla para efectuar
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una separación final.
Además, estas parábolas enseñan que no habrá más tiempo de
gracia después del juicio. Una vez concluida la obra del Evangelio,
sigue inmediatamente la separación de los buenos y los malos, y el
destino de cada clase de personas queda fijado para siempre.
Dios no desea la destrucción de nadie. “Vivo yo, dice el Señor
Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el
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