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La mayor necesidad, 1 de octubre
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la
nieve.
Salmos 51:7
.
La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es un reavivamiento de
la verdadera piedad en nuestro medio. Procurarlo debería ser nuestra primera obra.
Debe haber esfuerzos fervientes para obtener las bendiciones del Señor, no porque
Dios no esté dispuesto a conferirnos sus bendiciones, sino porque no estamos
preparados para recibirlas. Nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su
Espíritu Santo a los que se lo piden, que los padres terrenales a dar buenas dádivas
a sus hijos. Sin embargo, mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento
y la oración ferviente nos corresponde cumplir con las condiciones en virtud de
las cuales Dios ha prometido concedernos su bendición. Sólo en respuesta a la
oración debe esperarse un reavivamiento. Mientras la gente esté tan destituida
del Espíritu Santo de Dios, no puede apreciar la predicación de la Palabra; pero
cuando el poder del Espíritu toca su corazón, entonces no quedarán sin efecto
los discursos presentados. Guiados por las enseñanzas de la Palabra de Dios,
con la manifestación de su Espíritu, ejercitando un sano juicio, los que asisten
a nuestras reuniones obtendrán una experiencia preciosa y, al volver a su hogar,
estarán preparados para ejercer una influencia saludable.
Los que fueron portaestandartes antaño sabían lo que era luchar con Dios
en oración y disfrutar del derramamiento de su Espíritu. Pero los tales están
desapareciendo del escenario, ¿y quiénes surgen para ocupar sus lugares? ¿Cómo
es la nueva generación? ¿Está convertida a Dios? ¿Estamos atentos a la obra que
se realiza en el santuario celestial, o esperamos que algún poder apremiante venga
a la iglesia antes de que nos despertemos? ¿Esperamos que se reavive toda la
iglesia? Ese tiempo nunca llegará.
Hay personas en la iglesia que no están convertidas y que no se unirán a la
oración ferviente y eficaz. Debemos hacer la obra individualmente. Debemos orar
más y hablar menos.—
Mensajes Selectos 1:141, 142
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