Obediencia, 25 de marzo
Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais
estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.
1 Pedro 1:14, 15
.
¿Qué es lo que Dios exige? Perfección, y nada menos que perfección. Pero,
si fuéramos perfectos, no deberíamos confiar en nosotros mismos. Diariamente
tenemos que entender y recordar que no podemos apoyarnos en el yo. Necesitamos
aferrarnos a las promesas de Dios con una fe vigorosa. Con una cabal comprensión
de nuestra impotencia debemos pedir el Espíritu Santo. Entonces, cuando el
Espíritu actúe no nos atribuyamos la gloria a nosotros mismos. Este Agente divino
gratuitamente cuidará de nuestro corazón con el fin de exponerlo a los brillantes
rayos del Sol de Justicia. Por intermedio de la fe seremos guardados por el poder
de Dios.
Cuando estemos diariamente bajo el control de su Espíritu, seremos el pueblo
que guarda los mandamientos. Podremos mostrar al mundo que la obediencia a
las órdenes divinas tiene su recompensa ahora, y en la bendita vida futura. A pesar
de nuestra profesión de fe, el Señor, que pesa nuestras acciones, nos ve como una
imperfecta representación de Cristo. Nos dice que semejante situación no nos
permite glorificarlo a él.
Entregar todo el ser a Dios es más que un simple compromiso. Significa que
debemos vivir y andar por la fe, sin ánimo de confiar ni de glorificar nuestro
propio yo, sino mirando a Jesús, nuestro Abogado, Autor y Consumador de la fe.
El Espíritu Santo desea obrar en el corazón del contrito, pero nunca podrá hacer
algo en los que se consideran importantes y justos. En su propia sabiduría piensan
que podrían reformarse a sí mismos. El Espíritu de Dios puede obrar únicamente
si el yo no se interpone.
¿En qué reside nuestra dependencia? ¿Dónde está nuestra ayuda? La Palabra
de Dios nos dice: “Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os
he dicho”.
Juan 14:26
. El Espíritu Santo está listo para cooperar con el que está
dispuesto a recibirlo y a ser enseñado por él. Todo los que se apoyan en la verdad
y son santificados por intermedio de ella, están unidos a Cristo y en condiciones
de representarlo en palabra y acción.—
Manuscript Releases 12:52, 53
.
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