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Buscar la verdad, 7 de abril
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis
la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
Juan 5:39
.
Cristo adoptó la forma humana con el propósito de vivir la ley de Dios. El es
la Palabra de vida. Vino para ser el evangelio de salvación para el mundo, y para
cumplir cada exigencia de la ley. Jesús es la Palabra, el Guía al que hay que recibir
y obedecer en cada aspecto de la vida. Cuán necesario es, pues, que la mina de
la verdad sea explorada para descubrir ese rico tesoro y ponerlo a buen recaudo
como una joya preciosa. La encarnación de Cristo, su divinidad, su expiación, su
extraordinario ministerio en el cielo como nuestro abogado y la obra del Espíritu
Santo, todos estos temas del cristianismo son esenciales; y más aún, por ser vitales
para nosotros, están revelados desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Los áureos
eslabones de la cadena de la verdad evangélica, y lo principal, la materia prima,
se encuentran en las enseñanzas de Cristo Jesús. ¿Por qué entonces no habrían
de ser ennoblecidas y exaltadas las Escrituras en cada escuela de la tierra? ¡Cuán
poco niños son educados para estudiar la Biblia como la Palabra de Dios, y para
alimentarse con sus verdades, que son la carne y sangre del Hijo de Dios!
“De cierto, de cierto os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi
sangre [es decir, si continúa recibiendo las palabras de Cristo y las práctica], tiene
vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre,
en mí permanece, y yo en él”.
Juan 6:53-56
. “El que guarda sus mandamientos,
permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros,
por el Espíritu que nos ha dado”.
1 Juan 3:24
.
Cada familia tiene la necesidad de hacer de la Biblia el libro guía para su
estudio. Los dichos de Cristo son oro puro, sin una partícula de contaminación,
a menos que por su interpretación el hombre trate de contaminarla al punto de
considerar el error como verdad. A los que han recibido conceptos errados de la
Palabra, pero al investigar en las Escrituras ponen su mayor esfuerzo en obtener
la sustancia de la verdad que contiene, el Espíritu Santo abrirá sus ojos a la
comprensión de los mensajes de las Escrituras, y entonces la verdad de la Palabra
será para ellos como una nueva revelación.—
Fundamentals of Christian Education,
385, 386
.
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