Construir sobre la roca, 30 de abril
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un
hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Mateo 7:24
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Al estar hoy aquí y, a la luz de los grandes principios morales, y al ver los
defectos de su carácter, ¿no dirá usted: “Deseo redimir el pasado, quiero ir a
trabajar en la viña del Señor”? Al vivir por la fe, ¿deseará asirse de las promesas
de Dios y apropiarse de la justicia de Cristo para que la luz del cielo brille en su
ser? En cada pensamiento y acción debería tomar en cuenta a Cristo. Un eslabón
con defecto le resta valor a una cadena; del mismo modo, una deformidad de
carácter lo inhabilita para entrar en el reino de los cielos. Aunque debe poner su
vida en orden, usted no puede realizar esta gran obra sin la ayuda divina. ¿Está
dispuesto a aceptar las promesas de Dios con el propósito de hacerlas suyas para
vivir su palabra inmutable gracias a la fe?
Usted debe caminar con Dios por fe y no por sentimientos. No busque una
religión que se base en sensaciones, sino que esté fundamentada en una fe inte-
ligente. Esta fe edifica los pies sobre la roca eterna de la Palabra de Dios. Los
que caminan por fe trabajan sin descanso en la perfección del carácter logrando
obedecer continuamente a Cristo. El Capitán de nuestra salvación nos dio sus
órdenes y, por lo tanto, le debemos total obediencia. Pero, si cerramos el Libro que
nos da a conocer su voluntad, y no lo estudiamos ni investigamos en sus páginas
con el propósito de entenderlo, ¿cómo podremos cumplir sus requerimientos? Si
persistimos en esta situación, al fin seremos hallados faltos.
Nos aproximamos a una crisis, y siento terror por nosotros. ¿Por qué los
creyentes abandonan la fe? ¿Estamos en la posición en que sabemos lo que
creemos para no ser expulsados de la grey de Cristo? Que esas personas abandonen
la fe no tiene por qué desalentarnos en lo más mínimo, sino que debería hacernos
buscadores más fervientes de las bendiciones de Dios. No es la educación, los
talentos o la posición lo que salva al ser humano. Somos guardados para salvación
por el poder de Dios por medio de la fe.
Delante de Dios, ¿cómo está usted hoy? La pregunta no es cómo permanecerá
cuando lo asalten las pruebas en el futuro, sino: ¿Cómo está ahora su relación con
Dios? ¿Desea hoy empeñarse en su obra? Nuestro anhelo debe ser lograr ahora
una experiencia personal: Que Cristo permanezca en nosotros.—
The Review and
Herald, 9 de abril de 1889
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