La mayor obra sobre el planeta, 1 de junio
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Lucas 19:10
.
Todo el que acepta a Cristo como salvador se compromete con Dios a ser puro
y santo, y ser un siervo espiritual dispuesto a salvar a los perdidos, sean estos
grandes o pequeños, ricos o pobres, libres o esclavos. La mayor empresa que hay
sobre el planeta consiste en buscar y rescatar a los perdidos por los cuales Cristo
pagó el precio infinito de su propia sangre. Cada uno debe comprometerse con un
servicio activo. Si los que fueron bendecidos con la luz no la difunden, perderán
las abundantes bendiciones de la gracia concedida por haber sido negligentes en
el deber sagrado, claramente señalado en la Palabra de Dios. En la medida que los
infieles pierdan luminosidad, su propio ser se expondrá al peligro; entonces las
personas para las cuales deberían haber sido una luz, dejarán de hacer la obra que
Dios había determinado realizar a través del instrumento humano. Por eso, al no
ser vistas, esas ovejas no son traídas de vuelta al redil.
Como agente humano, Dios depende de usted para hacer lo mejor que está a
su alcance, de acuerdo con sus talentos que él mismo desea multiplicar. Si los ins-
trumentos humanos estuvieran dispuestos a cooperar con las inteligencias divinas,
centenares de personas serían rescatadas. El Espíritu Santo quiere conceder a sus
servidores consagrados una vislumbre de Jesús, quien desea fortalecerlos para que
puedan hacer frente a cada conflicto, y también elevarlos y sostenerlos para darle
mayores victorias. Cuando dos o tres se unen para ponerse de acuerdo, y después
elevan sus peticiones, cuentan con la siguiente promesa: “Y yo os digo: Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá... Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Lucas 11:9, 10, 13
.
El Señor prometió que donde hayan dos o tres que se reúnan en su nombre, él
los acompañará. Los que se juntan para orar, recibirán la unción de aquel que es
Santo.—
The Review and Herald, 30 de junio de 1896
.
[164]
164