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Las ciudades: campos maduros para la cosecha, 15 de junio
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He
aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están
blancos para la siega.
Juan 4:35
.
Al igual que los discípulos de su tiempo, también a nosotros Cristo nos da
el mismo mensaje. Como el tiempo pasa, a los que trabajan para él en todas las
líneas de servicio los insta a que levanten la mirada para contemplar los campos
que están maduros para la cosecha.
Los servidores no están extendiendo sus esfuerzos como deberían. Nuestros
líderes tampoco están despiertos para poder ver la obra que debe realizarse. Cuando
pienso en las ciudades en las que se ha hecho tan poco, y en las cuales hay muchos
millares que deben ser amonestados acerca de la proximidad de la venida de Jesús,
siento un deseo intenso de ver hombres y mujeres que estén dispuestos a avanzar
gracias al poder del Espíritu y rebosando del amor de Cristo por los que perecen.
En las ciudades que están a nuestras puertas, los mundanos han sido extraña-
mente descuidados. Deben realizarse esfuerzos bien organizados para salvarlos.
Ahora tenemos que trabajar para convertir a los perdidos que están a nuestro
alrededor, quienes viven a la sombra de nuestras puertas. Debemos poner en sus
labios una canción diferente, y, a su vez, ellos mismos deben ir a compartir con
otros la luz del mensaje del tercer ángel con los que están en tinieblas.
Todos necesitamos estar bien despiertos, para que a medida que las puertas
se vayan abriendo, avancemos levantando monumentos para Dios. Paso a paso
debemos conducir a la gente para que reciba toda la luz de la verdad. Muchos están
ansiosos de obtener el alimento espiritual. Debemos continuar trabajando hasta
que se organice una iglesia y se construya una lugar modesto para la adoración.
Estoy muy animada a creer que muchas personas que no son de nuestra fe nos
ayudarán con sus recursos. Por la luz que he recibido, sé que en muchos lugares,
especialmente en las grandes ciudades de los Estados Unidos, recibiremos ayuda
de tales personas.—
Pacific Union Recorder, 23 de octubre de 1902
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