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Pidamos los dones, 29 de julio
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Santiago 1:5
.
Quienes piden porque desean impartir no serán chasqueados. Dios recom-
pensará a quienes vienen a él con fe sincera. Nos asegura que el pensamiento
de su majestad y soberanía no debe atemorizarnos. Nos dará mucho más abun-
dantemente de lo que pedimos si vamos al trono de su gracia. Al suplir nuestras
demandas destaca su soberanía como motivo de confianza en su grande y generosa
abundancia. Se compromete a escuchar nuestras oraciones, asegurándonos que
las oirá. Condesciende a apelar desde el instinto de la ternura paternal hasta la
infinita benevolencia de Aquel a quien pertenecemos por creación y por redención.
Nos dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan?”
Lucas 11:13
. Los necesitados y hambrientos en espíritu nunca suplicarán
en vano...
En vista de esto, díganme: ¿Quiénes deberían aparecer con rostros más lu-
minosos, radiantes y alegres que quienes viven por fe en el Hijo de Dios? En él
los necesitados y hambrientos encuentran saciedad para todas sus carencias. Pero
no olvidemos, quienes han recibido de Dios las cosas buenas de esta vida deben
ser sus manos ayudadoras para satisfacer la indigencia de los pobres. Tienen que
asociarse a él como obreros. Deben ser sus mayordomos de confianza, y usar sus
bienes para el avance de la obra de Dios. Así su nombre será glorificado.
El Señor desea emplear a la iglesia como un canal mediante el cual pueda
transmitir su liberalidad. Si su pueblo mantuviera abierto este conducto, recibiendo
los dones espirituales y temporales de su gracia para impartirlos a los necesitados,
no habría ningún enfermo descuidado ni huérfano llorando por alimento. Las
viudas y los huérfanos cantarían de gozo.
Dios ha dado al hombre el más valioso de sus dones. Ha procedido así para
que el hombre pueda distribuir la abundancia de la gracia divina.—
The Bible
Echo, 12 de agosto de 1901
.
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