Fuego ardiente, 14 de enero
Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no
obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis
huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Jeremías 20:9
.
Dios impulsará a personas que ocupan posiciones modestas para que den
a conocer el mensaje de la verdad presente. Constreñidos por el Espíritu de
Dios, acelerando el paso, muchos avanzarán cada vez más lejos y más alto, para
compartir la luz con los que están en tinieblas. La verdad es como fuego en sus
huesos, que los inflama con un deseo ardiente de iluminar a los que están en la
obscuridad. Incluso entre los educados habrá muchos que proclamarán la Palabra
de Dios. Habrá niños que serán impelidos por el Espíritu Santo a presentar el
mensaje de lo alto. El Espíritu será derramado sobre los que ceden a sus impulsos.
Desligados de las reglas que atan a los hombres, y de las movimientos cautelosos,
se unirán al ejército del Señor.
En el futuro, el Espíritu del Señor inspirará a personas que realizan actividades
comunes a dejar sus tareas habituales para ir a proclamar el último mensaje
de gracia. Tan rápido como sea posible, serán preparados para una labor que
será coronada con el éxito. Cooperarán con las agencias celestiales, por cuanto
están dispuestos a gastar y ser consumidos en el servicio al Maestro. Nadie está
autorizado a estorbar a estos obreros. Serán bienvenidos cuando vayan a cumplir
el gran cometido. No deberán ser vituperados cuando siembren la semilla del
evangelio en los lugares escabrosos de la tierra.
Las mejores cosas de la vida—la simplicidad, la honestidad, la veracidad, la
pureza, la inusual integridad—no pueden ser compradas ni vendidas; gratuita-
mente están al alcance de los ignorantes como de los educados, para la gente
de color como para los blancos, para el modesto campesino como para el rey
sentado sobre su trono, para los humildes que no confían en su propia fortaleza
sino que trabajan con simplicidad confiando siempre en Dios. Ellos son los que
compartirán el gozo del Salvador. Sus oraciones perseverantes atraerán creyentes
a la cruz. Al cooperar con su esfuerzo y renunciamiento propio, Jesús impulsará
los corazones y producirá milagrosas conversiones. Hombres y mujeres se unirán
a la confraternidad de la iglesia. Se construirán lugares de reunión y se fundarán
escuelas. El corazón de los obreros se henchirá de gozo al ver la salvación de
Dios.—
Testimonies for the Church 7:26, 27
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