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De carmesí a blanco, 14 de octubre
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Isaías 1:18
.
Cuando recuerde que Cristo pagó el precio de su propia sangre para redimirlo
a usted y también a otros, será inducido a captar los brillantes rayos de su justicia
para dirigirlos sobre el sendero de los que viven a su alrededor. No debe vivir
pensando que en un futuro distante será santificado; es ahora cuando debe recibir
la santificación por medio de la verdad. El profeta exhorta: “Buscad a Jehová
mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su
camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá
de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
Isaías
55:6, 7
. Y Jesús dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros
el Espíritu Santo, y me seréis testigos... hasta lo último de la tierra”.
Hechos 1:8
.
Tenemos que recibir el Espíritu Santo. Hemos tenido la idea de que este don
de Dios no es para seres como nosotros, y de que el Espíritu Santo es demasia-
do sagrado o por demás santo para nosotros; pero es el Consolador que Cristo
prometió a sus discípulos para hacerles recordar todo lo que él les había dicho.
Entonces, cesemos de mirarnos a nosotros mismos y miremos a Aquel de quien
viene toda virtud. Ninguno puede mejorarse a sí mismo, pero sí ir a Jesús tal como
es, deseando sinceramente ser limpiado de toda mancha de pecado y recibir el don
del Espíritu Santo. No debemos dudar de su misericordia, y decir: “No sé si estoy
salvado, o no”. Con una fe viva debemos aferrarnos de su promesa, porque él dijo:
“Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos;
si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.
Tenemos que ser testigos de Cristo, y reflejar sobre otros la luz que el Señor
permite que brille sobre nosotros. Debemos ser fieles soldados marchando bajo la
enseña ensangrentada del Príncipe Emanuel.—
The Signs of the Times, 4 de abril
de 1892
.
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