Una conexión permanente, 24 de octubre
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre,
y no desmayar.
Lucas 18:1
.
En ningún momento podemos prescindir de la asistencia de aquello que nos
capacita para comenzar. Para nosotros las bendiciones recibidas bajo la lluvia
temprana son necesarias hasta el fin. Sin embargo, ellas solas no serán suficientes.
Por otra parte, mientras apreciamos la bendición de esta lluvia, no debemos perder
de vista el hecho de que sin la lluvia tardía para que llene las espigas y madure
el grano, la cosecha no estará lista para la hoz y el trabajo del sembrador habrá
sido en vano. La gracia divina es necesaria al comienzo, a cada paso de nuestro
avance, y sólo ella puede completar la obra.
No hay lugar para el descanso en una actitud descuidada. No debemos olvidar
nunca las advertencias de Cristo: “Velad y orad”, “Velad, pues, en todo tiempo
orando”.
Lucas 21:36
. Una conexión permanente con el agente divino es esencial
para nuestro progreso. Podemos haber tenido una medida del Espíritu de Dios, pero
por la oración y la fe debemos buscar continuamente más del Espíritu. Si cesan
nuestros esfuerzos, no lograremos nada. Si no avanzamos, y si no nos ponemos
en una actitud de recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos la
salvación, y la responsabilidad será nuestra.
“Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía”.
Zacarías 10:1
. No descansen
satisfechos de que en el transcurso común de las estaciones la lluvia caerá. Pídanla.
El crecimiento y la maduración de la semilla no descansa sobre el agricultor. Sólo
Dios puede hacer madurar la cosecha. Pero se requiere la cooperación del hombre.
La obra de Dios demanda de nosotros la acción de la mente y el ejercicio de
nuestra fe. Debemos buscar sus favores de todo corazón para que las lluvias de
gracia caigan sobre nosotros.
Deberíamos aprovechar cada oportunidad de ponernos en el cauce de las
bendiciones. Cristo dijo: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos”.
Mateo 18:20
. Las convocaciones de la iglesia, ya
sea en las reuniones campestres, las asambleas y toda ocasión donde hay alguna
actividad en favor de otros, son las oportunidades designadas por Dios para dar la
lluvia temprana y la lluvia tardía.—
The Review and Herald, 2 de marzo de 1897
.
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