No es una emoción ni un rapto, 14 de noviembre
Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que
hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y
vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios,
sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia
humana delante de Dios.
2 Corintios 4:1, 2
.
Hermano mío, hay peligro para los que en nuestras filas cometen un error con
respecto a recibir el Espíritu Santo. Muchos suponen que una emoción o un rapto
de sentimientos son evidencias de la presencia del Espíritu Santo. Hay peligro de
que los sentimientos correctos no sean comprendidos, y que las palabras de Cristo:
“Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (
Mateo 28:20
),
pierdan su valor. Hay peligro de que las propias invenciones e imaginaciones
supersticiosas ocupen el lugar de las Escrituras. Digan a nuestro pueblo: No estén
ansiosos de introducir algo no revelado en la Palabra. Manténganse cerca de Cristo.
Recuerden sus palabras: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
Mateo 28:20
.
El está con nosotros mientras enseñamos las palabras que él habló, tanto en el
Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Quien dio los mandamientos
en el Nuevo Testamento es el mismo que impartió la instrucción contenida en el
Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento son sagrados;
porque ambos contienen las palabras de Cristo. Desde la caída de Adán, toda
comunicación del cielo a la tierra ha venido por medio de Cristo. El que cree
la instrucción contenida en el Nuevo Testamento y en el Antiguo Testamento,
haciendo las cosas que Cristo ordenó en ellos, tiene al Salvador siempre consigo.
Los apóstoles, los profetas y los santos hombres del pasado no perfeccionaron
sus caracteres por medio de milagros, o por alguna demostración maravillosa y
fuera de lo común, sino que usaron la capacidad que Dios les dio, confiando sólo
en la justicia de Cristo. Todos los que usen esos medios obtendrán los mismos
resultados.
Satanás desea que cada transgresor de la ley de Dios pretenda ser santo. Se
siente satisfecho cuando los hombres basan su fe en doctrinas espurias y en un
simple entusiasmo religioso; así puede usarlos para engañar a otras personas.—
The General Conference Bulletin, 1 de julio de 1900
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