Procuremos una victoria diaria, 10 de diciembre
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo
aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una
corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
1 Corintios 9:24, 25
.
¿Cuántos años hemos estado en el huerto del Señor? ¿De qué provecho hemos
sido para el Maestro? ¿Cómo estamos afrontando el ojo escrutador de Dios? ¿Es-
tamos creciendo en reverencia, amor, humildad y confianza en Dios? ¿Albergamos
gratitud por todas sus misericordias? ¿Estamos procurando bendecir a los que
nos rodean? ¿Manifestamos el espíritu de Jesús en nuestras familias? ¿Estamos
enseñando su Palabra a nuestros hijos y contándoles las maravillosas obras de
Dios? El cristiano debe representar a Jesús tanto por ser bueno como por hacer el
bien. Entonces, la fragancia de la vida y la belleza de carácter revelarán que es un
hijo de Dios, un heredero del cielo.
Hermanos, no seamos más siervos negligentes. Cada persona tiene que luchar
contra sus inclinaciones. Cristo no vino para salvar a los hombres en sus pecados,
sino de sus pecados. Ha hecho posible que poseamos un carácter santo; por
tanto, no quedemos satisfechos con nuestros defectos y deformidades. Al buscar
fervientemente la perfección del carácter, debemos recordar que la santificación
no es obra de un momento sino de toda una vida. Pablo dijo: “Cada día muero”.
Cotidianamente debemos obtener nuevos logros en la tarea de vencer. Cada día
tenemos que resistir la tentación y ganar la victoria sobre el egoísmo en todas sus
formas.
Día tras día debemos abrigar amor y humildad, y cultivar en nosotros mismos
todas las excelencias de carácter que agradan a Dios y nos preparan para la bendita
sociedad del cielo. Hay una promesa muy preciosa para todos los que tratan de
realizar esta obra: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré
su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y
delante de sus ángeles”.
Apocalipsis 3:5
.—
Historical Sketches of the Foreign
Missions of the Seventh Day Adventist, 181
.
[356]
365