Página 371 - Recibir

Basic HTML Version

Se nos promete fuerza sobrenatural, 12 de diciembre
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Romanos
8:1
.
El Espíritu Santo fue prometido para acompañar a los que están luchando por
la victoria. Demuestra su poder al dotar al agente humano con fuerza sobrenatural,
y también al instruir al ignorante en los misterios del reino de Dios. El Espíritu
Santo es nuestro Ayudador. ¿Qué beneficio habríamos tenido si el Hijo de Dios se
hubiera humillado, soportado las tentaciones del astuto enemigo, luchado contra él
durante su vida sobre la tierra y muerto en lugar del pecador para que la humanidad
no pereciera, si el Espíritu no hubiese sido dado como un agente regenerador que
obra constantemente para hacer efectivo en nosotros lo que había sido logrado por
el Redentor del mundo?
El Espíritu Santo implantado en los discípulos les permitió sostenerse firmes
contra la idolatría y exaltar sólo a Dios.
El Espíritu Santo también guió la pluma de los historiadores sagrados para que
el registro de las preciosas palabras y obras de Cristo se presentara al mundo. El
Espíritu Santo está constantemente procurando atraer la atención de los hombres
al gran sacrificio hecho sobre la cruz del Calvario, tratando de presentar ante el
mundo el amor de Dios por el hombre y de abrir ante las personas convencidas las
preciosas promesas de las Escrituras.
Es el Espíritu Santo quien trae a las mentes oscurecidas los brillantes rayos
del Sol de Justicia; el que hace arder los corazones de los hombres despertando la
inteligencia a las verdades eternas. Es el Espíritu Santo quien produce la tristeza
piadosa que obra el arrepentimiento del que no hay que arrepentirse, e inspira fe
en el único que puede salvar del pecado. Es el Espíritu Santo quien transforma
el carácter al retirar el afecto que los hombres ponen en las cosas temporales y
perecederas, para centrarlo en la herencia inmortal, la imperecedera sustancia
eterna. El Espíritu Santo recrea, refina y santifica a los agentes humanos para que
puedan llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial.—
The
Signs of the Times, 17 de abril de 1893
.
[358]
367