Un tizón arrebatado del incendio, 16 de diciembre
Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha
escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del
incendio?
Zacarías 3:2
.
Jesús habla de su pueblo como de un tizón arrebatado del incendio, y Satanás
comprende lo que esto significa. Los sufrimientos infinitos del Hijo de Dios en el
Getsemaní y en el Calvario fueron soportados para que él pudiera rescatar a su
pueblo del poder del maligno. La obra de Jesús en la salvación de las personas
que perecen es como si él pusiera la mano en el fuego para salvarlos. Josué, que
representa al pueblo de Dios, está delante del ángel vestido de ropas inmundas;
pero cuando el pueblo se arrepiente delante de Dios por la transgresión de su
ley, y extiende la mano de la fe para aferrarse de la justicia de Cristo, Jesús dice:
“Quítenles sus ropas inmundas y vístanlos con ropas nuevas”.
Es sólo mediante la justicia de Cristo que somos capacitados para guardar la
ley. Los que adoran a Dios con sinceridad y verdad, y en su interior se afligen
delante de él como en el gran día de la expiación, lavarán sus mantos del carácter
y los blanquearán en la sangre del Cordero. Satanás procura atar la mente humana
con engaño para que los hombres no se arrepientan y crean que sus ropas inmundas
pueden ser quitadas sin la intervención de Cristo. ¿Por qué aferrarnos a miserables
defectos de carácter a fin de cerrar el camino para que Jesús no pueda obrar en
favor de nosotros?
Durante el tiempo de angustia la posición del pueblo de Dios será similar a la de
Josué. No ignorarán la obra que se está haciendo en el cielo en su favor. Percibirán
que el pecado es registrado frente a sus nombres, pero también sabrán que los
pecados de todos los que se arrepienten y se aferran de los méritos de Cristo serán
cancelados... Los nombres de los que han manifestado verdadero arrepentimiento
del pecado, y por una fe viva en Cristo obedecen los mandamientos de Dios, serán
conservados en el libro de la vida y confesados delante del Padre y delante de los
santos ángeles. Jesús dirá: “Estos son míos; yo los he comprado con mi propia
sangre”.—
The Signs of the Times, 2 de junio de 1890
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