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Victoriosos por la eternidad, 31 de diciembre
Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el
justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.
Hebreos 10:37,
38
.
Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación
de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer
liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal
como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados del mundo está
abriendo de par en par las puertas del Paraíso a todos los que creen en él. Pronto
habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a aquel
en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas
y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes
“no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”.
Isaías 65:17
. “No perdáis
pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón: porque la
paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis
la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”.
Hebreos 10:35-37
.
Alcemos los ojos y dejemos que nuestra fe aumente de continuo. Dejemos que
esta fe nos guíe a lo largo de la senda estrecha que ha de llevarnos por las puertas
de la ciudad al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria que espera a
los redimidos. “Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad
cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia,
hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia:
confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca”.
Santiago
5:7, 8
.
Las naciones de los salvos no conocerán otra ley que la del cielo. Todos
constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las vestiduras de alabanza
y agradecimiento. Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán
juntas, y los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se
unirán para proclamar: No habrá más pecado ni muerte.—
La Historia de Profetas
y Reyes, 540, 541
.
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